Las bibliotecas escolares cuentan con una colección de libros informativos que, en muchas ocasiones, permanece en las estanterías sin contar con mediación y a la espera de que algún estudiante descubra uno de sus libros. Cuando esto sucede, rápidamente se transforma en el libro más solicitado de la biblioteca. En el siguiente artículo, Carolina Marín nos da algunos consejos para mediar libros informativos.

Por Carolina Marín

Cada una de las bibliotecas escolares cuenta con una colección significativa de libros informativos (no ficción), la que muchas veces permanece en las estanterías sin contar con mediación y a la espera de que alguno de sus libros pueda ser descubierto por algún estudiante, cuando eso sucede, rápidamente se transforma en uno de los favoritos y en el libro más solicitado de la biblioteca. Por esta razón, es importante que los mediadores de lectura conozcan acerca de los libros informativos, saber en qué consisten y en base a ello idear estrategias para mediarlos con la comunidad educativa.

Para comenzar, es importante entender qué son los libros informativos, ya que generalmente se piensa que son aquellos que hablan solo de ciencia o bien, que son enciclopedias variadas en temáticas e información. Sin embargo, involucran todo aquello que no es ficción, por lo que encontraremos variados tipos de textos orientados a múltiples lectores, desde primera infancia hasta aquellos avezados con ansias de conocimiento en diversos temas como lo son: arte, ciencia, curiosidades, ingenio, historia, etc.

Entendiendo que los libros informativos abarcan distintas temáticas y tipos de lectores, quienes están a cargo de una biblioteca escolar, deben facilitar instancias de acercamiento de estos textos a las y los estudiantes y comunidad en general. Para ello es esencial que los conozcan, lean e identifiquen en ellos ciertas características, reconociendo como uno de sus mayores atractivos que, por lo general se median solos: la forma en cómo se presentan los temas y los distintos mecanismos de lectura que poseen ayudan a quien lee se desplace por sus páginas curioseando y atrapando información casi como un juego.

Biblioteca de la Escuela Federico Acevedo Salazar.

Algunas de las características que define a un buen libro informativo son:

  • Permiten la interacción con la persona que lee, la interpela y hace parte de la lectura.
  • No es necesario seguir una estructura lineal en su lectura, pueden ser leídos en desorden.
  • Utilizan variados recursos para presentar la información: distintas tipografías, glosarios, bibliografías, solapas informativas, códigos QR, ilustraciones, fotografías, 3D, anécdotas informativas, entre otros.
  • La forma en cómo plantea la información promueve el autoaprendizaje y responde a las preguntas que la lectora o lector posee.
  • El lenguaje que utilizan no confunde la lectora o lector, es preciso, claro y riguroso.
  • La información es accesible, no menosprecia a quien lee ni su conocimiento previo.
  • No tienen por objetivo evaluar conocimientos sobre qué tanto aprendieron del tema al final de la lectura.

En las bibliotecas escolares estos libros se deben ubicar en estanterías orientadas a estos temas, es decir, no mezclarlos con literatura para que los usuarios tengan un acercamiento expedito. Esto es relevante ya que existen estudiantes que solo sienten interés por este tipo de libros. Una vez que se han destinado las estanterías para los informativos, es ideal ordenarlos por tipo de contenido: arte, ciencia, historia, tiempo libre, salud, entre otros, pudiéndose guiar por colores que orientarán al estudiante en la búsqueda de las temáticas de su interés, favoreciendo la observación y la autonomía. El sistema de catalogación por colores se puede realizar desde la clasificación Dewey, tal como se lleva a cabo en las bibliotecas escolares Viva Leer.

Paisajes perdidos de la Tierra, de Aina Bestard. Créditos: latercera.com

Quien está a cargo de la biblioteca debe poner a disposición los libros informativos a las y los estudiantes, presentarlos por temáticas, realizar actividades que se orienten desde ellos, hacer animaciones lectoras seleccionando datos relevantes que despierten interés y curiosidad. Porque, tal como se señalaba anteriormente, una vez que estos libros son descubiertos, rápidamente se transforman en los más solicitados, entrando en juego la labor de la mediación, guiando y ayudando en la búsqueda de información manteniendo el interés de los lectores por conocer y descubrir los distintos tipos de temas que albergan las estanterías.

Para finalizar, una cita de la especialista Betty Carter quien, en Del placer de saber al placer de leer, señala:

La no ficción es importante, y hasta vital, en la vida de los jóvenes. Provee información que conduce a la satisfacción, al respeto. Introduce libros que muestran modelos para ordenar el conocimiento y a menudo sirven como punto de partida para inquietudes que duran toda la vida.