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Este galardonado cómic de aventuras inspirado en la novela de Herman Melville narra la historia de un cachalote viejo, fuerte y feroz que había provocado varios naufragios y que muchos pensaban que tenía una inteligencia casi humana.

Por Bernardita Ojeda Labourdette 

Este galardonado cómic de aventuras de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez (Premio Marta Brunet el 2013 y que luego fue adaptado a obra de teatro con actores y marionetas por La Mona Ilustre, en conjunto con Teatro UC el 2018) toma como base la verdadera historia tras la célebre novela Moby Dick. Popularizada por Herman Melville en 1851, esta novela tomó su inspiración de un hecho real narrado por el explorador estadounidense Jeremiah N. Reynolds, sobre una ballena albina que habitaba cerca de la isla Mocha, al sur de Chile; un cachalote viejo, muy feroz y fuerte que había provocado varios naufragios y que muchos pensaban que tenía una inteligencia casi humana. 

En la obra gráfica de Ortega y Martínez conocemos la historia a través de los recuerdos de su protagonista: el joven Caleb Hienam, nieto y heredero de una gran fortuna, debido a que su familia es propietaria de muchos barcos balleneros en Estados Unidos. Este, luego de escuchar la terrible historia de un naufragio por culpa de una temida ballena blanca, decide partir como polizonte en el barco que está destinado a su búsqueda y caza para intentar salvarla. El naufragio que se menciona en la historia es un hecho verídico, inspirado en la tragedia del ballenero Essex, ocurrida en 1821, otro de los hechos que también inspiraron a Melville para escribir Moby Dick.

Caleb conoce a Aliro Leftraru, un niño lafkenche y aprendiz de ballenero, ya que su sueño es ser un gran guerrero como sus antepasados mapuche. Aliro le abre los ojos al señalar que la ira de la ballena blanca es justa porque los balleneros están matando hembras y crías, lo que llevaría a la extinción a esta especie y al término de la industria ballenera, base de la fortuna de su familia. Su improbable pero duradera amistad es un paralelo a la que desarrollan Ismael y Queequeg en Moby Dick, quienes también provienen de culturas muy distintas: Ismael es un exprofesor de colegio inglés y Queequeg es un guerrero maorí con tatuajes y miembro de una familia real de las islas de la Polinesia. Ambos se acompañan y aprenden el uno del otro, aun teniendo experiencias de vida muy diferentes, tal como sucede con Caleb y Aliro. 

 

Ilustración interior de “Mocha Dick”. Créditos: Libros del Zorro Rojo.

 

De esta manera, se desarrolla en el cómic una historia de crecimiento y aprendizaje, un verdadero rito de paso de la niñez a la adultez. Especialmente para Caleb, quien entiende que las ballenas son animales valiosos y que su caza indiscriminada realmente destruye el frágil equilibrio del ecosistema marino, como indicaba su amigo Aliro. Este entendimiento rompe con el camino trazado por su familia para él y lo lleva a replantearse las cosas. A lo largo de su viaje se dan cuenta de que la ballena blanca que persiguen es mucho más de lo que parece a simple vista: tiene una conexión con el mundo espiritual, con el mito lafkenche del Trempulcalhue, ancianas convertidas en ballenas que se llevan las almas de los muertos hacia el horizonte, según el investigador chileno Oreste Plath. La ballena blanca entonces es un psicopompo (un ser que une el mundo de los vivos con el mundo de los muertos) y destruirla solo llevaría a desbalancear el equilibrio del océano y de quienes viven de él, como el pueblo lafkenche.

La historia nos transporta realmente a la época de los balleneros (ilustrada con mucho detalle por Gonzalo Martínez, quien dibuja con acierto los barcos, los uniformes, los paisajes y diferencia claramente a todos los personajes) y nos muestra cómo el poder de los mitos al sur del mundo ha inspirado obras clásicas de la literatura y generado un arquetipo sobre el poder de la naturaleza.