Fundador del género literario llamado “horror cósmico”, que ha influenciado enormemente tanto el terror como la ciencia ficción posteriores; Howard Phillips Lovecraft es también el creador de los Mitos de Cthulhu, un cuerpo mitológico que sigue vivo hasta hoy gracias a novelas, cómics, mangas, videojuegos, música, películas, series y juegos de rol. (Portada: Cthulhu, por Salvador Sanz)

Por Berna Labourdette. Antropólogo Social y guionista de cómics.

Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. En su ciudad natal ambientaría algunos de sus relatos más célebres como El caso de Charles Dexter Ward. La identificación de Lovecraft con Providence sería una de las razones que hicieron que volviera desde Nueva York para no abandonarla hasta su temprana muerte, ocurrida el 15 de marzo de 1937, a los 46 años. Como fiel reflejo de esto, su lápida lleva escrita una sencilla, pero contundente declaración: “Yo soy Providence”.

Su infancia como niño prodigio fue compleja y explica, en cierta medida, la leyenda creada en torno a su persona como alguien solitario, enfermizo y recluido. Fue hijo único, su padre Winfield falleció producto de una enfermedad neurológica cuando Howard tenía apenas ocho años. Su educación fue en gran parte autodidacta, empezando a leer a los tres años gracias a la enorme biblioteca de su abuelo materno Whipplen van Buren, quien fallece cuando Howard tenía catorce años, quedando entonces al excesivo cuidado de su madre Sarah y sus tías Lillian y Annie, las últimas descendientes de una familia adinerada y puritana venida a menos, quienes recordaban de manera constante el pasado esplendor familiar y sobreprotegían a Howard de un mundo que consideraban hostil y de menor categoría.

Azathoth por Jason Engle

A Lovecraft le interesaban desde niño muchas cosas: salir a caminar por su ciudad, escribir, leer poesía, las historias de detectives, el dibujo, la mitología griega, los trenes, tocar el violín, la química (donde un experimento con fósforo le dejó una cicatriz en la mano para toda la vida) y la astronomía, que aprendió de manera amateur, gracias a su gran capacidad como lector. Una de las grandes desilusiones de su vida fue no poder entrar a estudiar Astronomía a la Universidad de Brown en Providence, una de las más prestigiosas de Estados Unidos y perfecta para él, ya que le permitía no tener que alejarse de su ciudad ni de su familia, mientras estudiaba algo que lo apasionaba. Esta afición por las estrellas puede explicar algunos de los temas que luego elabora en sus cuentos como el famoso El color que cayó del cieloy el hecho que los Dioses Exteriores de sus Mitos de Cthulhu, como Azathoth, vinieran del espacio.

Sin dirección aparente en su vida y luego de la muerte de su madre en 1921, que lo afectó muchísimo debido a la estrecha relación que tenían, Lovecraft se volcó a escribir de manera obsesiva, enviando un sinfín de cartas y cuentos a las revistas pulp de la época. Sus esfuerzos fueron premiados, al ser publicado de manera profesional en 1923 en la famosa revista Weird Tales con su cuento Dagon.

Fue al publicar en esta revista, que conoció a lo que fue llamado el “Círculo de Lovecraft”, una serie de escritores, más tarde sus amigos, quienes colaboraron para ordenar y ampliar el ciclo narrativo lovecraftiano: August Derleth (creador de la editorial Arkham House y uno de los más fervientes divulgadores del trabajo de Lovecraft), Robert Bloch (creador del cuento El vampiro estelar donde Lovecraft es el protagonista, quien sufre una muerte horrible), Clark Ashton Smith (además de escribir cuentos ambientados en Los Mitos de Cthulhu creó otras mitologías propias como Zothique, Averoigne e Hiperborea), Robert E. Howard (creador del género “espada y brujería” gracias a sus relatos de Conan y Kull, cuyo temprano suicidio afectó profundamente a Lovecraft),  Frank Belnap Long (autor de una biografía de Lovecraft y de uno de los cuentos del ciclo de Cthulhu más antologados: Los perros de Tíndalos) y Henry Kuttner (creador de dioses y libros que se sumaron al canon de los Mitos, además del famoso relato Las ratas del cementerio) ysu esposa Catherine Lucille Moore, también autora de relatos de ciencia ficción y fantasía, inspiración para muchas mujeres para dedicarse a este género, en su época, mayoritariamente masculino.

Muchas de estas amistades fueron epistolares, siendo Lovecraft un gran escritor de cartas (uno de sus primeros biógrafos, Sprague le Camp, señala que escribió más de cien mil) en las que desplegaba toda su inteligencia y simpatía, dando consejos de escritura y animando a todos quienes le escribían a continuar creando. De cierta manera, estas cartas también eran una forma personal de reafirmarse y darse ánimos en el difícil y solitario camino de un escritor profesional, en un medio muy mal pagado y que no lo reconoció en vida.

Contrario a lo que se podría pensar, debido a sus antecedentes de misantropía y ansiedad social, luego de un viaje a Nueva York para conocer en persona a muchos de los escritores con quienes mantenía una amistad epistolar, Lovecraft conoció y se casó en 1924 con Sonia Greene, una mujer independiente, escritora también y propietaria de una tienda. Sin embargo, luego de una serie de problemas económicos (algo que atormentaría a Lovecraft toda su vida, ya que no podría mantenerse con sus escritos) y el hecho que Lovecraft parecía incapaz de integrarse a la cosmopolita Nueva York, se separaron de manera amistosa dos años después, refugiándose Lovecraft en Providence, de manera definitiva.

Lovecraft por Mike Mignola

Es aquí donde comenzó su época más creativa y prolífica, escribiendo algunas de sus obras más conocidas e influyentes, como el ensayo El horror sobrenatural en la literatura (1927), donde analiza sus inspiraciones literarias como la obra de Lord Dunsany, Algernon Blackwood o Arthur Machen y relatos de los Mitos de Cthulhu como El horror de Dunwich (1928) o En las montañas de la Locura (1931).

Su marcado estilo literario (ampuloso y con la habilidad de generar atmósferas extrañas y malsanas ocupando una multitud de adjetivos como “abominable”, “inenarrable” o “indescriptible”) llegó a ser tan característico, que “lovecraftiano” se transformó a su vez en un adjetivo, llegando a formar parte del canon cultural moderno e influenciando a una gran cantidad de artistas, que han ido ampliando su universo, ocupando sus lugares, criaturas, grimorios e incluso al mismo Lovecraft como personaje. Ejemplos recientes de esto, los podemos ver en series como Lovecraft country basada en el libro homónimo de Matt Ruffo El mundo oculto de Sabrina, en su tercera temporada.