Escritora, periodista y activista, Elena Poniatowska es de las autoras mexicanas más importantes de los últimos 50 años, y cuya obra se ha dedicado a visibilizar la lucha política y social del país. Con un trabajo literario que suma los recursos del periodismo, sus relatos han dado nueva vida al género de la crónica y a las narraciones polifónicas.

Por Astrid Donoso

Es extraño observar el mundo hoy y ver en noticiarios, periódicos, o escuchar por la radio y en redes sociales, que en muchos lugares del mundo están en guerra. Hoy, a pesar de que existen otros países con conflictos armados que llevan ya muchos años (con todas las implicancias asociadas), la mirada se ha centrado en Rusia y Ucrania, donde invasor avanza, arrasando todo a su paso y, por consecuencia, movilizando a miles de personas que han abandona sus ciudades y se han transformado en migrantes y refugiados en Europa.

Así mismo comienza la historia familiar y la propia de vida de Elena Poniatowska, cuya familia debe emigrar desde Francia a México, a raíz de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Es entonces cuando la autora, con solo 10 años, se da cuenta de que su madre era mexicana, de ascendencia rusa y que, a pesar de su crianza francoparlante, una parte de sus raíces estaba en suelo americano. Mientras, Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, además de una abuela paterna estadounidense, tiene orígenes aristocráticos, vinculada a la monarquía polaca, con una familia de más de tres siglos, y cuyos parientes pelearon junto al mítico Napoléon en la fallida invasión de la  Rusia de Alejandro I. Toda esta noble herencia le valió el apodo la Princesa Roja.

Todo ese crisol de ascendencias y culturas, confluyen en una niña criada en un ambiente cómodo en Francia, que al llegar a un México comienza a estudiar el español, un idioma nuevo que llega a su vida y que marcará toda su obra, con una carga ancestral profunda y que luego la convertirá en una de las escritoras y periodistas más reconocidas y premiadas del país.

Elena Poniatowska con el Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía de España en la presentación del Premio Cervantes 2013. Créditos: latinamericanliteraturetoday.org

De esos primeros años, la autora recuerda la impresión de encontrarse con un sol enorme, brillante, muchísimo más intenso del que conocía en tierra parisina. Los perros callejeros, la pobreza y la amabilidad de las personas, mientras se sorprende de que sean ellas mismas las que barren sus calles y barrios. Además, cuando niña, aun sin saber español, llega Magda a cuidarla a ella y a su hermana, y a quien se menciona como la responsable de enseñarle el idioma y que le permitió conocer las costumbres de México, la diversidad de sus gentes, despertando algo en ella y que luego encontramos en su extenso trabajo. Entonces México se transforma en su país, en su nuevo hogar. Estas observaciones son elementos claves que permiten entender su posterior trabajo como periodista, cronista y escritora, atenta siempre a hablar por los sin voz, por denunciar las injusticias sociales y visibilizar la lucha constante de las mujeres.

Narrativas testimoniales

Formada como una señorita de clase alta de aquellos años, Elena estudia piano, danza, asiste a bailes y se codea con otros emigrados desde Europa, mientras continúa reforzando su francés con una profesora particular. Pero es inquieta, y decide viajar a Estados Unidos, donde estudia mecanografía y comienza a trabajar desde muy joven como secretaria bilingüe. Decide no ingresar al bachillerato y redirige su mirada al periodismo. Sus primeras crónicas son publicadas en los años 50 en el periódico Excélsior, donde además pronto suma una serie de entrevistas a personalidades de la talla de Juan Rulfo, Amália Rodrigues y Dolores del Río. Tan intenso era su trabajo que por un año completo publicó una entrevista cada día, logrando un enorme éxito.

Observadora y aguda, pronto su real interés derivó en temas sociales, especialmente en el rol de la mujer mexicana. Había una inquietud por contar lo que veía, lo que conocía de su país y de esa realidad, tan dispar a la que la vio crecer con comodidades e intereses tan disímiles.

Travesías Editores S.A. de C.V., 2012.

En 1962 publica la colección de cuento Lilus Kikus, a la que sigue Todo empezó el domingo. Pero fue con Hasta no verte Jesús mío, libro que aparece en 1969, que por fin Elena logra un nuevo sitial desde el periodismo a la literatura, con un relato centrado en una mujer oaxaqueña, Jesusa Palancares, quien luchó en la Revolución Mexicana, y que sobrevivió a la pobreza con diversos oficios en la capital como obrera o sirvienta. Con un detallado trabajo de investigación a contemporáneos a la revolución, el relato que reconstruye es un verdadero estudio antropológico, un registro histórico que, con algunos elementos de ficción, se convierte en una de las novelas más importantes de su carrera. Con su pluma logra dar voz a una mirada no oficial de la historia, visibilizando el papel de una mujer, como si fueran todas las mujeres mexicanas, reivindicando su papel y su lucha diaria. 

Obra y legado

Narrativa, biografía, teatro, crónica y cuentos infantiles conforman parte de su vasta obra, la que ha recibido numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Nacional de Periodismo de México (1978), el Alfaguara de Novela por La piel del cielo (2001) y el Cervantes en el 2013.  Entre sus obras destaca especialmente La noche de Tlatelolco (1971) donde denuncia la feroz  represión al ejército y la policía en una manifestación estudiantil a solo diez días de que México fuera sede de los Juegos Olímpicos, donde muchos fueron asesinados. Con todas las herramientas que ya manejaba del periodismo, reconstruye un relato brutal intercalado con poemas de Rosario Castellanos y fotografías en blanco y negro. Con esta técnica de narrativas testimoniales, Poniatowska renueva el género de la crónica, dando espacio en relatos históricos a personas usualmente marginadas de la sociedad, y que no tienen el espacio ni la oportunidad para expresarse, ni menos para dar su punto de vista.

En abril de este año, en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa organizada por la Universidad Autónoma de México, conocida como UNAM, la novelista recibió un nuevo homenaje a su trayectoria con otras obras que recomendamos como  Nada, nadie las voces del temblor (1988),  Las soldaderas: las mujeres de la revolución mexicana (1999), Tinísima (1992), sobre la artista Tina Modotti, y Leonora (2012), sobre la gran Leonora Carrington.

En “Nada, nadie” Poniatowska reúne testimonios tras el terremoto de 1985 en Ciudad de México. Créditos: regeneracion.mx

Honestidad intelectual, su apoyo y lealtad, y el interés más allá de sí misma que muchos destacan, junto con su pluma y voz, se convirtió en un ejemplo para muchas mujeres inquietas, mujeres que escapaban al molde que la sociedad de la época les imponía.  Congruente, firme con sus convicciones, Elena Poniatowska es una autora que por vida y obra se ha convertido en una escritora esencial en la literatura mexicana y latinoamericana.