Un relato imprescindible para los amantes de la fantasía épica, creado por la destacada escritora estadounidense Ursula K. Le Guin.

El pasado 22 de enero murió Ursula K. Le Guin, la escritora estadounidense imprescindible para los amantes de la ciencia ficción y las historias épicas de fantasía. Desde la década de los 60 cautivó y conmovió a toda una comunidad de lectores que han seguido fielmente los universos de ficción que, para muchos, hoy son imborrables en la memoria: Terramar, Ekumen y los Anales de la Costa Occidental.

La escritora estadounidense escribió más de un centenar de historias para niños y adultos, y también publicó libros de poesía, ensayos y traducciones. Para quienes no conocemos en extenso el legado literario que dejó esta prolífica escritora, una buena forma de comenzar es seleccionando algún libro de los que componen cada serie. Por eso hoy quiero detenerme en uno que puede resultar revelador e iniciático para quienes aman los relatos de fantasía, y también para quienes no son tan asiduos al género. Ese es el efecto que se espera de una obra que, independientemente de su apellido, es literatura pura.

Se trata del primer tomo de la saga de Terramar, la historia del gran mago Gavilán que llegó a ser Señor de Dragones y Archimago y, posiblemente, el hechicero más grande de todos. Un mago de Terramar, como se llama este primer volumen, fue publicado por primera vez en 1968 en una época en que la literatura fantástica llevaba el apellido de Tolkien y su saga El señor de los anillos. Por ese entonces la figura de mago característica era la de experimentados y sabios hombres de barba blanca, como Merlín o Gandalf, que venían de una tradición reconocida y aceptada de cuentos fantásticos e historias heroicas, mitos, cuentos de hadas y romances medievales que hasta hoy exaltan la figura del héroe honrado que siempre triunfa sobre los enemigos corruptos.

Si Merlín, Gandalf o Gavilán llegaron a ser viejos y grandes magos, entonces tuvieron que haber sido jóvenes alguna vez. Un mago de Terramar es la historia de un viaje iniciático que debe emprender el joven Gavilán, cuyo verdadero nombre es Ged, para llegar a convertirse en ese profético mago del que cantan las gestas. Pero no se trata de la clásica batalla del héroe contra un arsenal de enemigos forasteros, sino de la batalla interna que debe librar un hombre consigo mismo.

Desde su niñez en las cimas de Diez Alisos, en la isla de Gont, Ged descubrirá que posee un poder sin igual para aprender y poner en práctica burdos trucos y encantamientos que le enseña la bruja de la aldea, pero que en sus manos se potencian y acrecientan como señales de gran poder. Tanto es así que conseguirá llamar la atención del gran mago que custodia la región para convertirse en su aprendiz. Ogión, su maestro, se encargará de enseñarle la verdadera magia y Ged acepta con gran ímpetu, pero, especialmente, movido por el orgullo y la ambición de saber todo sobre aquel arte seductor y poderoso. Sin embargo, el estilo de aprendizaje de su maestro no convence al joven mago que pronto lo abandona para partir a la Escuela de magos de la isla de Rocke. Allí conocerá a su gran amigo fiel, Algarrobo, y a Jasper, su rival. En este escenario tendrá lugar un hecho crucial: la soberbia y orgullo de Ged lo llevarán a desafiar a la naturaleza en una muestra de gallardía ante su rival, pero que tiene como consecuencia la liberación de un espíritu-sombra que se abate sobre él, hiriéndolo casi hasta la muerte. En adelante Ged deberá transitar un lento y sinuoso camino hacia la madurez, huyendo de una sombra que lo asecha y pone en peligro su vida.

A través de la narración, su autora nos sumerge en un universo que sabemos es pura ficción, pero aceptamos como si se tratara de la descripción de una cultura ancestral. La narración se detiene en los detalles que construyen la geografía y el universo de Terramar, pero sin cansar al lector con una descripción densa sobre su naturaleza. La magia es un elemento omnipresente en el viaje del joven Gavilán, pero se manifiesta como parte de una naturaleza y un equilibrio anterior a todos los tiempos. Para llegar a convertirse en un verdadero mago, Ged deberá descubrir el poder que guardan las palabras y cómo pronunciarlas puede alterar el equilibrio que la resguarda. El uso adecuado de la magia es, al fin y al cabo, aprendizaje y sabiduría para toda la vida.

Como tantos otros que se han publicado masivamente en la actualidad, este libro es un clásico relato iniciático de fantasía que tiene como protagonista a un adolescente. La identificación que puede generar con el lector es un punto extra a la hora de recomendarlo como lectura para jóvenes y es una estrategia que muchas novelas juveniles han utilizado para incrementar la publicación y venta de este tipo de literatura. La diferencia es que esta historia construye un protagonista adolescente y un universo de ficción cohesionados por una narración que respeta los detalles y los tiempos, con un estilo y una voz que trae a la memoria otros relatos épicos y heroicos que son parte de la tradición literaria, pero con el sello de su propia autora. Como anécdota, ella misma comenta en la introducción de una de las últimas ediciones en inglés de A Wizard of Earthsea 2012), que la génesis del libro se halla en una sugerencia que le hizo su editor de escribir una historia para “niños más mayores”. Ella se negó en un principio, descartando la opción de escribir pensando en un lector específico. Pero luego reflexionó: “A pesar de lo que algunos adultos parecen pensar, los adolescentes son completamente humanos. Y algunos de ellos leen de forma tan intensa y entusiasta que se diría que su vida depende de ello”. Ya sea que lleve o no el apellido de literatura “juvenil”, Un mago de Terramar es de aquellos relatos capaces de cautivar a lectores de todas las edades y gustos.