Reseñas
El hombre invisible, de H. G. Wells
El hombre invisible, uno de los grandes clásicos de la literatura de ciencia ficción, es uno de los nuevos rescates literarios de la colección Viva Leer. Con 125 años ya de su publicación original, el hombre invisible se mantiene como un personaje icónico de la literatura de terror y de la cultura pop.
Por David Agurto
El hombre invisible es una novela escrita por el célebre autor británico H. G. Wells, conocido también por ser autor de otros grandes relatos de ciencia ficción como La máquina del tiempo (1895) y La guerra de los mundos (1898). La novela El hombre invisible editada este año por Viva Leer y Planeta, y que cuenta con la portada del ilustrador Marcelo Parra, fue publicada originalmente el año 1897, primero en diversas entregas en una de las revistas de la época, y posteriormente como un libro.
Es tan importante el personaje que rápidamente se volvió un ícono, no solo de la literatura, sino también de la cultura pop incluso hasta nuestros días, pues el hombre invisible se encuentra sin duda alguna en el imaginario colectivo cuando hablamos de grandes personajes de misterio y terror. Por lo mismo cuenta con varias adaptaciones cinematográficas, series de televisión, obras de teatro y otros, donde destaca la primera creada por Universal Pictures en año 1933, y que ha sido considerada como uno de los referentes de películas de terror de la década. Incluso tiene una adaptación radial en Perú comentada por Mario Vargas Llosa.
El argumento se basa en el impetuoso anhelo del científico Griffin, que busca salir de la pobreza realizando un descubrimiento asombroso. Para lograrlo, experimenta con distintos objetos y seres vivos con el fin de hacerlos invisibles. Lo que hace el protagonista es alterar el índice refractario —término perteneciente a la física y que tiene relación con la velocidad de la luz y el vacío, sirve leer el capítulo XX para entender algo— para quitar la visibilidad de las cosas. Lo logra triunfalmente, pero con un gran problema: él mismo se hace invisible de forma irreversible.
Desde las primeras páginas conocemos al hombre invisible. Un extraño turista llega a una posada completamente cubierto de vendas, un sombrero de ala ancha, guantes y unos grandes anteojos azules que lo cubren completamente. El misterio de este hombre se revelará rápidamente. La señora Hall, dueña del hospedaje, siempre inquisitiva y temerosa desea saber quién es, qué le ha ocurrido, a pesar de las molestias de Griffin. Uno de los capítulos claves es el momento en qué los muebles de la habitación del protagonista pareciesen moverse solos, lo que parecía ser una escena espeluznante, sería tan solo un intento de escape. Después de esto, el científico revelaría su identidad y su más grande secreto.
El hombre invisible tiene dos grandes tópicos, uno tiene que ver con el poder que ejerce la ciencia. Se cumple esa arquetípica frase de “esto no puede caer en manos equivocadas”. La crítica de trasfondo de este libro se puede relacionar directamente con los ideales de Wells, anticapitalistas, socialistas e incluso, feministas. Es uno de los pensadores de la época que critica mucho el poder que podrían tener las máquinas sobre el hombre. Y eso se ve reflejado en varias de sus novelas. En este relato específicamente tiene que ver con la ambición de Griffin que provoca no solo ser invisible hasta morir, sino que además a radicalizar sus problemas mentales.
Esto último conlleva al segundo tópico, la soledad. El hombre invisible está destinado al exilio, a ser un ladrón, a vivir desolado en una colina, a forzar a un tal señor Marvel a ser su ayudante. Ni siquiera el encuentro con Kemp, un científico que conoció en la universidad, y a quien le revela su secreto podrá ayudarle porque este prefiere denunciarlo a la policía. Es que Griffin no solo se hace invisible, también se convierte, poco a poco, en un monstruo. “Y lo que tenemos que hacer, Kemp, es matar” señala en un momento. Sin embargo, siguiendo las ideas de Wells, me pregunto si Griffin ya era un ser peligroso, un monstruo, mucho antes de dar con su fórmula, al ser invisibilizado por la sociedad.