Un imperdible recorrido a través de los meses, acompañado de nuestros recuerdos de infancia. Lectura ideal para dar la bienvenida al otoño en este hemisferio.

Autor: Ángeles Quintero, ilustraciones de Ángeles Vargas
Editorial: Saposcat
Año: 2018
Reseña: Nelson Valdés, asesor de proyectos de la región de Antofagasta.

Ulises/ Odiseo, el gran viajero de occidente, tuvo que realizar un viaje de retorno que le tomaría diez años para poder regresar a su hogar, junto a su familia. En su poema Ítaca, Constantino Kavafis habla de la importancia que tiene emprender el viaje, más que del destino. Porque el viaje no es sólo el ansia del regreso, sino una excusa para la transformación personal.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias [...].

Matsuo Bashō, uno de los grandes maestros del haiku, decidió emprender el viaje para recorrer Japón y retratarlo en pequeños poemas que representan un momento acotado, una fotografía de la naturaleza en un instante determinado.

Arde el sol, arde
sin piedad – más el viento
es del otoño.

Un viaje similar es el que nos proponen Ángeles Quinteros y Ángeles Vargas, sólo que en lugar que recorrer grandes extensiones de tierra, hacen un recorrido a través de las diferentes estaciones del año en breves composiciones poéticas que nos proponen, además, un viaje por nuestros recuerdos aislados de la infancia, una reivindicación de aquellas experiencias que alguna vez vivimos y que, de tan cotidianas, han dejado de parecernos importantes.

Mi mano se baña
de distintos colores:
el helado se marchita bajo el sol.

Imágenes del verano, otoño, invierno y primavera que, ilustrados de manera sencilla e ingeniosa, con materiales simples y colores vivos, nos trasladan al mundo de la infancia, mientras esbozamos sonrisas o nos enfrentamos a la nostalgia.

Bajo el parrón he dibujado
una gran casa de tiza
donde algún día, con mi abuelo
viviremos para siempre.

Texto e imagen se transforman, así, en una experiencia que tanto adultos como niños pueden disfrutar y, por qué no, jugar a crear sus propios versos ilustrados, a través de un proceso de observación y memoria. Una lectura que además se ve enriquecida por la compañía de los versos en inglés integrados en cada página.

Es un libro que se puede ir recorriendo junto con el paso de los meses (mientras desobedecemos nuestras promesas de año nuevo) y que, en tiempos de dicotomías y cambio climático, inviernistas y veranistas pueden darse una tregua y disfrutar, porque las estaciones también están en nuestros recuerdos y en nuestro ánimo interior. O, como escribiría el mismo Bashō:

A la intemperie el viento cala
en mi alma.