Una obra que escapa de las convenciones románticas para conquistarnos a través de lo cotidiano. Disfruta de esta novela ganadora del prestigioso Premio Tanizaki.

Autora: Hiromi Kawakami
Editorial: Alfaguara, 2017
Reseña: Francisca Tapia A.

Hay elementos narrativos a los que el romance literario nos tiene acostumbrados: miradas cómplices, largas conversaciones sobre trivialidades no exentas de coquetería, choques de carácter que hacen saltar chispas y finalmente desatan la pasión. Pero “El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor” de Hiromi Kawakami se escapa de los convencionalismos y avanza a paso lento, al ritmo de las estaciones, con grandes espacios de silencios y ausencias, pavimentando una relación que conmueve desde lo cotidiano.

La historia va así: Tsukiko Omachi es una solitaria mujer de 38 años, que pasa el tiempo entre su casa, la oficina en la que trabaja y un bar que frecuenta casi a diario. En una de sus visitas al local se encuentra con uno de sus profesores de colegio, Harutsuna Matsumoto, un hombre 30 años mayor que ella, jubilado y presumiblemente viudo, al que recuerda vagamente. Pese a tener pocas cosas en común, la coincidencia en sus gustos gastronómicos los lleva a comenzar a compartir las visitas al bar cuando el azar los pone en el mismo lugar, pero en dichos encuentros casi no median palabras, sólo hay una mutua compañía que comienza a prolongarse a lo largo del tiempo y a profundizarse en base a sutilezas.

Hiromi Kawakami

La obra ganadora en 2001 del prestigioso Premio Tanizaki nos conduce como espectadores de estos encuentros, sin permitirnos ahondar mucho en las historias y motivaciones personales de sus protagonistas, pero entregándonos pequeñas piezas para construir una imagen de sus vidas actuales y entender cómo van conectándose con el paso del tiempo. Más allá de las diferencias etarias y culturales que distancian a Tsukiko de su Maestro y los recuerdos a los que cada uno parece amarrarse, los sentimientos florecen, y lo que en un principio parecía un vínculo anclado sólo en la soledad y en la búsqueda de compañía se transforma en algo íntimo y real.

A lo largo de poco más de 200 páginas, Hiromi Kawakami va hilvanando una historia que cautiva y enternece sin necesidad de diálogos artificiosos, ni escenas edulcoradas.  Valiéndome del término que leí emplear a alguien: el wabi-sabi, la belleza de la imperfección, del relato, de sus protagonistas, de los escenarios en que deambulan, es uno de los grandes aciertos de la prosa de su autora. Capítulo a capítulo seguimos los encuentros de los personajes, nos hacemos parte de los pequeños gestos que abarcan distancias y descubrimos como los sentimientos surgen con naturalidad, esquivando los silencios y los temores que los circundan.

Una obra para leer con calma, degustando el sabor de las comidas compartidas por Tsukiko y el Maestro en el bar o avanzando sin premura tras sus pasos por las calles de Tokio.