Conversamos con Ana Labbé, profesora jubilada y escritora, que es miembro activo del club literario Rapsodas Fundacionales, agrupación que desde 2002 reúne en torno a la lectura a docentes de Lenguaje ya retirados de las aulas. Por: Camila Rauld, asesora de proyectos de la región de Arica y Parinacota.

Ana Labbé es rancagüina erradicada hace muchos años en la ciudad de Arica, profesora de Castellano jubilada, escritora de libros como “Travesía marítima por el Austro” y “Como decíamos ayer”. Fue presidenta del club literario Rapsodas Fundacionales, y actualmente es miembro activo de la agrupación dedicada al arte de la escritura, la declamación y la enseñanza.

El club nació con la idea de invitar a participar especialmente a los adultos mayores interesados en la lectura y la escritura. “Nosotros podíamos apoyar por nuestra formación literaria y profesional. Así que ahí empezó todo. Comenzamos diez personas, y ahora somos veinticinco”, afirma Ana. El grupo se reúne todos los martes en un espacio que arriendan en una iglesia metodista, ahí comparten sus escritos y comentan lo leído. La iniciativa fue fundada en 2002 junto a un grupo de profesores de Lenguaje jubilados, quienes a través de prosas, versos y cuentos rescatan la identidad local de la región de Arica y Parinacota, y del “vecindario andino que nos rodea”, aclara Ana.

Ana Labbé en el lanzamiento de su primer libro “Como decíamos ayer”, año 2006. Crédito imagen: Memoria Chilena.

¿Qué significado tiene el nombre?

Los rapsodas eran poetas antiguos de Grecia, que iban de pueblo en pueblo dando a conocer sus obras. Y fundacionales porque se pretende dar a conocer la realidad regional. Ese es el significado del nombre. Y el objetivo es difundir y fortalecer las características de la región por medio de la escritura.

La conversación se desarrolla  en la Escuela Ricardo Silva Arriagada - uno de los establecimientos ganadores del concurso de Bibliotecas Escolares Viva Leer de Copec 2018 – y la acompaña la profesora Jacqueline Rivas, jefa UTP de la escuela, ex alumna de Ana y colaboradora del club literario. En el establecimiento educacional  el club Rapsodas Fundacionales ya ha realizado talleres de escritura. “Actualmente, presentamos un proyecto a la municipalidad para hacer talleres en las escuelas y liceos. Estamos esperando los recursos para comenzar. El objetivo es trabajar con los niños interesados en la escritura para motivarlos y orientarlos”, explica Ana.

El grupo además ha levantado proyectos en SENAMA y organizaciones del adulto mayor. “Allí obtenemos los recursos. Generalmente los ganamos. También en el Gobierno Regional y en la Municipalidad. Con esos recursos hemos hecho antologías, libros personales; cada cual cultiva un género más que otros. Personalmente escribo más cuentos, poesía, principalmente sobre mi experiencia como profesora. Mi primer libro es una recopilación y un homenaje a los profesores de mi liceo y de la región, “Como decíamos ayer”, cuenta Ana.

¿Qué significa para usted Rapsodas Fundacionales?

Para mí es un lugar de encuentro. Donde me encuentro con mis pares por medio de las letras, hablamos un lenguaje común. Entonces me proporciona mucha satisfacción. Ayudo a mis compañeros, y eso me da mucha satisfacción. Siempre me he sentido muy vinculada, conozco toda su trayectoria, las actividades que se han hecho, hemos sido jurados en concursos de declamación. Hemos estado en varias Escuelas y liceos de la ciudad.

¿Qué mensaje les daría a aquellas personas que tienen potencial de escritor, pero les asusta intentarlo?

Que se atrevan, porque todos hemos empezado de a poquito. Todos hemos empezado con un papel en blanco. Además, el trabajo de escritora requiere dedicarse a pulir el texto. Hasta Gabriela Mistral hacia borradores, borraba y volvía a escribir. Entonces cualquiera tiene que hacer ese trabajo, hay que pulir. Y hay que escribir todos los días. No tienes que tener temor. Antes yo no me atrevía, yo leía mucho y decía ¡cuándo yo escribiré como ellos! Hasta que lo intenté y me atreví. Por último, hay que darles cabida a los escritores locales, conocerlos y leerlos.

Finalizamos la conversación con una visita a la biblioteca de la Escuela Ricardo Silva Arriagada, donde Ana conoció a alumnos de cuarto básico y los incentivó a atreverse a escribir, a no temer y dejarse llevar por su pluma.