Conversamos con la autora de la guía para padres e hijos “Empatía”, quien nos compartió algunos consejos para generar momentos de diálogo y contención con los niños. Por: Francisca Tapia A.

En medio del contexto social y político que vive nuestro país los niños no se ven ajenos a los cambios de su entorno: se modifican sus rutinas, perciben la preocupación de los adultos cercanos y son expuestos a mucha información que no siempre saben interpretar. ¿Cómo abordar esta situación con ellos? ¿De qué manera se generan momentos de conversación y contención? La psicóloga infanto-juvenil y autora de varios títulos infantiles, Patricia Fernández Bieberach, nos asegura que es clave acoger las emociones de los niños.

Considerando la contingencia ¿es preferible explicar a los niños/as lo que sucede o esperar a que ellos pregunten directamente?

Va a depender del niño porque hay niños que son mucho más reservados, más introvertidos, y hay niños que son más extrovertidos y con ellos no va a haber mucho problema porque van a preguntar, no obstante cuando pregunten de todas maneras hay que entrar en el tema y dar una explicación de acuerdo a la edad y no apocalíptica, porque en general en estas circunstancias los adultos es muy fácil que transmitan la angustia a los niños, entonces pienso que la explicación tiene que ser clara, ubicada, adecuada a la edad, pero contenedora, esto significa: sí, han habido problemas, pero no te preocupes que las cosas van a mejorar y vamos a estar bien, todo esto está pasando para que ciertas cosas mejoren, por ejemplo.

Patricia Fernández Bieberach.

En el caso de los que no preguntan hay que abordar el tema, son pocos los que no preguntan, pero el problema es que pueden ir somatizando, pueden ir expresando la angustia de manera más indirecta, por ejemplo a través del cuerpo. En estas situaciones los niños y los adultos recurren a un mecanismo defensivo que se llama regresión que es volver inconscientemente a una etapa previa del desarrollo, por ejemplo, si ya están con control de esfínter, vuelven a hacerse pipí, o empiezan las pesadillas, o quieren volver a la cama de los padres. Es volver a una etapa anterior en la que se han sentido más seguros, eso está dentro de lo esperado, hay que acoger, contener y también ordenar: por hoy te vas a quedar en la pieza con nosotros, pero mañana yo creo que es importante que vuelvas a tu pieza, te puede acompañar el osito o yo te puedo acompañar hasta que te quedes dormido, te cuento un cuento, por ejemplo.

Pero sí me parece importante explicar, porque los niños no sólo van observando lo que pasa alrededor, sino que también absorbiendo la angustia de los padres, lo que pasa es que los adultos le podemos encontrar una explicación racional, pero los niños no, entonces esa es la que nosotros tenemos que dar.

¿Qué consejos daría a padres o a quienes trabajan con niños/as para generar instancias de diálogo y contención?

El dibujo es una muy buena instancia, porque a través del dibujo los niños suelen representar de manera gráfica y no de manera verbal, porque el problema de los niños es que mientras más pequeños el lenguaje es mucho más concreto, un poquito más limitado, sin embargo, el lenguaje a nivel gráfico puede ser impresionante, entonces dibujemos por ejemplo lo que vimos hoy, dibujemos si tuvimos miedo, y a partir de ahí empezar a conversar acerca de lo que dibujó. Esa es por ejemplo una herramienta súper potente en los niños y si los niños no son buenos para el dibujo, o no quieren dibujar, hay un momento del día que es súper bueno, que es cuando ya están en posición horizontal preparándose para dormir, ese momento siempre hay que aprovecharlo, porque el niño está un poquito más entregado, con la guardia más baja, y generalmente con un cariñito en la cabeza, más protegido, en ese momento es importante también hacer algunas preguntas, cómo te fue hoy día, que fue lo que viste, cuéntame que estás pensando… Ese momento es importante siempre, no sólo en esta contingencia. En ese momento los niños pueden decir cosas increíbles.

¿Y cómo podemos trabajar la rabia que se genera en algunos niños ante la información a la que están expuestos o las emociones que ven en su entorno?

La rabia como emoción es una de las más complicadas, es mucho más complicada que la tristeza, si ves a un niño triste, tú lo abrazas, conversas con él, pero hablar con un niño rabioso, con una persona rabiosa es mucho más complicado, socialmente la rabia es muy poco aceptada. Entonces si un niño tiene rabia es un motivo fantástico para que el profesor lo agarre y lo exprima, pueda seguir conversando.

Lo más importante para un niño es hacerlo pensar, porque la parte valórica viene fundamentalmente de la casa. Hay que recoger el comentario, porque lo peor es que el niño se calle, no comente, entonces es conectarlo con la empatía. Legitimar la rabia, pero a la vez conectarlo con la empatía, no es fácil, pero hacer participar a los niños. El pensamiento crítico es necesario en nuestra sociedad.

Ilustración de la guía para padres e hijos "Empatía" (Amanuta).

¿Y en esa misma línea, qué le parecen las instancias de cabildos para niños y niñas que han surgido?

Lo encuentro súper buenos, no solamente en esta instancia, ahora hablan de cabildos, pero yo creo que los niños tienen derecho a opinar sobre lo que está pasando y lo que están viendo, y también aportar soluciones. Cuando un niño siente que puede aportar a una solución es muy bonito, se siente parte de una sociedad, se siente inteligente también, se siente tomado en cuenta. Hay que incorporar a los niños.

¿Qué libros recomendaría para trabajar las emociones de niños y niñas?

Considerando que los libros son un lujo en Chile, no todos tienen acceso a ellos, yo creo que cualquier material impreso sirve para hablar de lo que está pasando y tomar contacto afectivo con el niño, porque sabemos que si a la lectura tú le agregas el afecto cobra mucho más sentido, la lectura en las rodillas por ejemplo, lo que llaman los gringos lap reading, que se hace con el niño sentado en la rodilla, o al lado, abrazado, esa lectura cobra el doble de sentido, porque se hace con afecto y constituye un momento íntimo. No es necesario comprar un libro caro, ni específico, creo yo. Ahora, obviamente que hay libros que son muy bonitos, como por ejemplo “La otra orilla” (ediciones ekaré) hay muchos, los libros de las emociones, el mismo libro de la “Empatía” que es una guía para padres e hijos que escribí en Amanuta, con el equipo editorial y la ilustradora Alejandra Acosta, lo hicimos pensando precisamente en esto que te estoy diciendo, en escuchar y conversar con el niño, usarlo como una herramienta de encuentro con el niño.

¿Cómo enfrentamos aquellas respuestas de los niños que puedan resultar más violentas? ¿Lo mejor es dejarlos sólo expresarse o hay que guiarlos a una postura más conciliadora?

Lo más importante en términos emocionales es legitimar la emoción, si el niño me dice “tengo miedo” de la profesora o del tío no sé cuánto, es que él tiene miedo, punto. Entonces es importante seguir preguntándole, “¿qué te da miedo?, ¿qué hizo?”. Empatía es acoger la emoción del otro, si tú me dices “estoy cansada, estoy agotada” yo tendría que decirte: te entiendo, está difícil la cosa, no te puedo decir a todos nos pasa lo mismo… La emoción del niño hay que legitimarla, porque detrás de un comentario puede salir una cuestión impresionante, puede salir algo grave. Lo más importante, y lo que define la empatía, es legitimar la emoción y acogerla.