Conversamos con el doctor en Filología y profesor de literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien presentó en el Centro Cultural de España en Santiago la charla “5 recetas para despertar el interés por la lectura (y una fórmula mágica que nunca funciona)”. Por: Francisca Tapia A.

Despertar el interés por la lectura en niños y niñas es una misión que muchos docentes persiguen diariamente y una que ha suscitado la atención de Agustín Sánchez Aguilar, escritor, doctor en Filología y profesor de literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona.  El especialista en literatura infantil y juvenil visitó nuestro país invitado por IBBY Chile y la editorial Vicens Vives, presentando el pasado 30 de septiembre, en el Centro Cultural de España en Santiago, “5 recetas para despertar el interés por la lectura (y una fórmula mágica que nunca funciona)”.

“Cuando doy charlas sobre el fomento de la lectura hay profesores que se acercan a mí con la ilusión de que yo les ofrezca una receta mágica del tipo: usted hágale beber a su alumno tal bebedizo y a los pocos días será un buen lector, y eso evidentemente no existe”, comenta el docente momentos antes de comenzar el espacio de conversación en la biblioteca del establecimiento situado en la comuna de Providencia, añadiendo que lo que sí existen son estrategias dedicadas a estimular la curiosidad en los estudiantes.

¿Qué factores intervienen para que un niño que no lee se transforme en lector?

Sobre todo es el ambiente, es fundamental que los padres lean o muestren interés por la lectura, en una casa que no se lee es raro ver a un niño que acabe leyendo, a no ser que entre en juego el otro factor que son los docentes, un docente que estimula, que contagia, es el que consigue que un niño se interese por la lectura. Yo creo que son fundamentalmente esos factores, luego están predisposiciones vamos a decir “genéticas”, aunque eso es una forma impropia de decirlo, pero la predisposición natural de un niño a interesarse por el lenguaje, por ejemplo, eso sí que está estudiado, que hay niños con una inteligencia lingüística mayor y esos son los más propensos a leer, pero en general el ambiente es lo decisivo, tanto familiar como educativo.

¿Qué elementos identifica como mayores disuasores de la lectura en edad escolar?

Profesores que se aburren con la lectura, docentes a los que se nota que no les gusta por más que con su verbo digan que sí, con su forma de explicar la lectura no demuestran que les gusta tanto como dicen. Creo que hay un alto índice de docentes que no leen y eso se acaba notando porque al final lo que contagia la lectura es el profesor. Tú te puedes enamorar de los libros, no te pueden obligar a enamorarte de los libros, tú te puedes enamorar si alguien te contagia ese amor o si surge por ti mismo. Luego se habla mucho de internet y ese tema, pero distractores de ese tipo siempre han existido, en lugar de internet en otro momento jugaría la calle, porque los niños iban a la calle a jugar, cosa que hoy en día sucede mucho menos. No creo que sea tanto internet lo que reemplace, sino que no hemos encontrado la manera muchas veces de hacer atractiva la lectura más allá de la obligación, no encontramos la manera de despertar la motivación por la lectura, creo que eso es el gran reto que tenemos.

Pensando en el trabajo en aula ¿qué consejos daría a profesores y encargados de biblioteca para acercar la lectura a los lectores más esquivos?

Yo creo que un docente que despierta la curiosidad, que no lo cuenta todo, pero cuenta lo suficiente para que en el chico despierte el deseo de conocer más es el que mejor consigue fomentar la lectura. Yo apuesto mucho por el relato oral, mucho por el compartir, a los seres humanos nos gusta compartir, uno de los problemas que tiene la lectura es que en principio es una actividad solitaria y está bien que lo sea, pero a los seres humanos por regla general nos gustan más las actividades compartidas, pensemos que buena parte de la literatura ha sido siempre oral, la literatura transmitida de forma textual a través de libros o de manuscritos es una forma muy reciente. Durante miles y miles de años la literatura ha sido una cosa oral y funcionaba y gustaba porque era una cosa compartida, un juglar llegaba a un pueblo y cantaba un cantar de gesta y todos participaban de eso. Cuando la literatura se convierte en lectura solitaria es en alguna medida cuando empieza el fracaso, volver a una socialización de la literatura puede ser una buena manera, y eso pasa por el relato oral, por convertir cualquier cosa que tú puedas leer, cualquier cosa, no sólo cuentos populares, cualquier novela, fragmento de novela, en un texto oral, una producción oral que atraiga a los que te están escuchando, eso funciona.

Algunas obras de Agustín Sánchez.

Escoger el libro adecuado

No hay dos niños iguales”,  comenta Agustín Sánchez mientras a su alrededor comienza a acomodarse la gente que asistirá a su charla. Afirma que la etiqueta de “cierta edad” para clasificar una lectura es errónea, si bien es un factor a considerar al momento de escoger un libro también se debe evaluar el conocimiento del lector. “Un niño que choca contra un libro que no entiende eso es un fracaso como lector, no podemos disfrutar de nada que no entendamos, eso es casi una obviedad. Y el conocimiento del mundo también, no solo el lenguaje, si no qué sabe el niño del mundo, hay temas que están alejados de un niño”, explica.

¿Falta creatividad en el aula para generar instancias nuevas para acercar la lectura?

Totalmente de acuerdo. La creatividad exige esfuerzo, porque es la combinación de ideas separadas y los seres humanos en general tendemos a no hacer ese esfuerzo si no se nos pide, pero cuando descubres posibilidades nuevas, también te sientes muy satisfecho, entonces apostar por eso, por fórmulas creativas, fórmulas distintas. Un docente o un bibliotecario tiene que partir de no imitar aquello que ya han hecho los demás, sino que inventar aquello que no han hecho con él, creo que esa es la idea. Cuando vas buscando formas acabas encontrándolas, lo que pasa es que todo eso requiere tiempo que a veces no tienen también los docentes, es verdad, y aquellos que tienen una voluntad de innovación, que no sé si se da mucho en la docencia, la docencia tiende a repetir modelos, lo digo porque yo mismo soy docente y las primeras clases que di me limitaba a repetir lo que había visto como docente hacer a otros, hasta que comencé a descubrir que podía hacer otras cosas distintas, y me llevó un tiempo. La inercia es parte fundamental de los problemas que tienen los docentes, hay que romper con la inercia, inventar otra cosa, y si no te funciona, no te desanimes, seguir probando.

¿Qué obras recomienda para reencantar con la lectura al lector adolescente?

Creo que enganchan mucho los libros que contienen algo de vivencia personal, no falsificada, porque a menudo en lo que se llama literatura juvenil se ofrece unas supuestas vivencias de los jóvenes que están muy mediatizadas por una forma de entender la literatura. Cuando hablo de vivencias personales, por ejemplo, un libro que a mí me fascinó cuando yo tenía 14, 15 años, fue “Relato de un náufrago”, es una historia muy de verdad, te la crees profundamente porque está basada en un hecho real. Yo iba mucho a ese tipo de historias, creo que enganchan mucho las que tienen relación con la vida real, a esa edad, en la adolescencia. Porque un poco lo que viven los adolescentes entre 12 y 15 años es el desapego de la literatura, a veces sienten que no le hablan suficientemente de la vida real. Eso ha sido captado por las editoriales, pero las editoriales han respondido con unos libros que muchas veces lo que hacen es fingir que hablan de la vida real, pero que no lo hacen realmente, libros sobre, no sé, bullying, drogas, sexo, que a lo mejor no son exactamente lo que quieren los adolescentes, un poco falsifican eso. Títulos concretos, no te sabría decir, pero te podría decir líneas: la mitología gusta mucho, los cuentos de los que se extrae una moraleja, siempre que se transmita de forma suave, no muy doctrinaria. Pero cuentos que el adolescente siente que le enseñan algo, yo creo que eso funciona, esa es mi experiencia.

¿Cómo orientar a los lectores jóvenes con sus lecturas? ¿O es mejor dejar abierta esa puerta a que elijan libremente?

Creo que hay que equilibrar las dos cosas. Los niños pueden tener mucho criterio, más criterio a veces que los adultos, pero vamos a partir de la idea de que a veces no saben distinguir bien que libro le conviene y cual no, entonces es necesario que haya una cierta orientación hacia la lectura por parte de los bibliotecarios, por ejemplo. Ahora bien, también tenemos que partir de la idea de que a los seres humanos no nos gusta nada que nos controlen, nos gusta que nos dejen libertad de elección, entonces cómo conciliar eso. Bueno, yo le recomendaría a un bibliotecario que no imponga libros, pero que haga una selección previa de títulos que deja al alcance de los alumnos, de los usuarios de la biblioteca. Sobre esa selección previa el alumno debe decidir, el niño tiene que tener la potestad de decidir, porque si tú le impones, eso a los niños y a los adultos nos repele por igual. Se trata de crear esta especie de ilusión de libertad, que es darle al niño la capacidad de elegir, pero entre una preselección ya hecha, eso satisface un poco nuestras dos tendencias, a dominar lo que lee el niño, a controlarlo porque está bien que así sea, lo otro sería una negligencia, dejar el libro en manos del niño y elige el que quieras, y por otro lado va en contra del papel de lo que es un bibliotecario, pero lo contrario de la imposición también es perjudicial porque el niño siente que no tiene libertad de elegir y eso no nos gusta a ninguno.