A la biblioteca Viva Leer de Quellón, en Chiloé, llegó una carta desde Japón dirigida a Sergio Díaz, el encargado de la biblioteca, quien contactó a la International Kamishibai Asociation of Japan para conocer la historia del kamishibai, que es un pequeño teatro de madera para contar historias. Compartimos con un ustedes la carta, traducida del inglés al español por Cristopher León.

Se dice que el kamishibai contemporáneo nació en los barrios industriales, comerciales, y de entretenimiento de Tokio alrededor de 1930*. Desde entonces hasta la actualidad, el Kamishibai nos ha acompañado durante las grandes oscilaciones de la historia, incluyendo la Segunda Guerra Mundial. Aquí presentamos una retrospectiva del kamishibai durante el siglo 20, para luego revisar la posición en la que se encuentra hoy en día.

Carta desde Japón

En Japón, alrededor de 1930, millones de desempleados luchaban para resistir la tormenta de la depresión. Algunos de ellos se podían encontrar en las esquinas con un Butai (teatro portátil), láminas de kamishibai, y dulces sobre sus bicicletas. Este fenómeno es conocido como el nacimiento del Kamishibai Gaito (o kamishibai de esquina). La técnica del Kamishibai no era demasiado difícil de representar, así que un cuentacuentos desempleado podía ganar un poco de dinero para el sustento vendiendo dulces.

Según algunos registros, para 1931 había 2000 intérpretes activos de kamishibai en las esquinas de Tokio. El kamishibai fascinaba a los niños, pero los adultos tendían a criticarlo debido a que los dulces no eran sanos, y que las historias eran frívolas o incluso dañinas.

Por otro lado, algunos connotados ciudadanos se dedicaron al kamishibai utilizando el formato estándar, aunque con diferentes contenidos. Es el caso de Kenya Matsunaga, un educador que desarrolló el Kamishibai Kyozai como material pedagógico; o de Yone Imai, que utilizó el Kamishibai para evangelizar la fe cristiana; o de Gozan Takahashi, que fundó la compañía Zenko-sha, e inició un movimiento llamado Kamishibai Yochien (o kamishibai preescolar).

En 1938, Kenya Matsunaga y el dramaturgo Shunjiro Aoe se asociaron para desarrollar el Kamishibai Kyoiku (kamishibai educacional). Sin embargo, a medida que la segunda guerra mundial se intensificaba, los contenidos variaron desde el liberalismo hasta la propaganda de guerra.

Según el libro Kamishibai: creatividad y sentido pedagógico*, 9 editoriales publicaron kamishibai durante la guerra, imprimiendo mensualmente 60 mil volúmenes para 1943. Por sí sola, esta cifra demuestra la enorme influencia que ejercía el kamishibai en la percepción pública hacia la guerra.

Tras la guerra

Luego de la guerra el kamishibai renació. Se estima que en 1950 había 50 mil intérpretes de kamishibai trabajando en Japón. La gran mayoría habían perdido sus trabajos debido a la guerra, y buscaban dinero para sobrevivir día a día.

El gestor del movimiento dedicado al Kamishibai educativo tras la guerra fue Keiko Inaniwa. En 1948, junto a Daiji Kawasaki, Seishi Horio, y Koji Kata fundaron el Minshu Kamishibai Shudan (el grupo de Kamishibai democrático), que más tarde se convirtió en la Kyoiku Kamishibai Kenkyukai (la sociedad para el estudio del Kamishibai educacional). Este realizó campañas, investigación y publicaciones, pero se fue a la bancarrota en 1955. La misión fue asumida por la casa editorial Doshin-sha.

Ilustración editorial Doshin-sha

El fundador de la editorial Doshin-sha, Kinji Muramatsu considera los diez años que transcurrieron entre la creación del grupo de kamishibai democrático y la editorial Doshin-sha como parte de la historia de su compañía: “En esta época nos despedimos del kamishibai que se dedicaba a alentar el espíritu de guerra y le dimos la bienvenida al kamishibai pacífico, que respeta la vida humana, y que ama a los niños.”*

Tras la aparición de la TV, que se popularizó en Japón en 1957, el Kamishibai rápidamente desapareció de las calles, y el kamishibai preescolar fundado por Gozan Takahashi fue absorbido por el “Shuppan Kamishibai” (Kamishibai publicado).

El kamishibai publicado fue popularmente adoptado tras la guerra no sólo por las escuelas de enfermería y los jardines infantiles, sino que también por las escuelas primarias. Sin embargo, desapareció de los colegios para cuando el ministerio de educación promulgó su “Estándar educacional”, que dejó de considerar al kamishibai material pedagógico. Al mismo tiempo, las bibliotecas públicas comenzaron a comprar Kamishibai; hoy en día la tasa de préstamos de este material supera a los libros. Algunas editoriales como Doshin-sha, Chobunsha, Poplar Publishing, Kyoiku Gageki, publican Kamishibai hoy en día.

El Kamishibai se interpreta no sólo en las escuelas de enfermería y los jardines infantiles, sino que en cualquier lugar donde se reúnan niños. Incluso los profesores están observando al Kamishibai bajo una nueva luz, y han comenzado a utilizarlo en sus clases. Se han fundado grupos dedicados al Kamishibai en todo Japón, donde miles de personas participan de lecturas o lo interpretan. El llamado “Tezukuri Kamishibai (Kamishibai hecho por amateurs) se ha popularizado en el último tiempo.

Sergio Díaz en la biblioteca Viva Leer de Chiloé

Muchos voluntarios también interpretan Kamishibai en los hospitales y los hospicios. Sin embargo, el desarrollo teórico se queda atrás. Más que nada, los intereses inmediatos se enfocan en la creación y popularización de excelentes trabajos.

Las instancias en que los niños experimenten emoción y enriquecimiento interpersonal se han perdido. Las relaciones entre las personas se han debilitado. En la sociedad actual, el rol del kamishibai como una manera de comunicación cultural es esencial. Debido al interés contemporáneo dedicado a este tema, se hace necesario aspirar a la creación de obras de kamishibai de excelencia, y contar con intérpretes preparados.

*Según el artículo escrito por Akio Saki, en la Enciclopedia Heibonsha, el kamishibai nació en 1930, aunque existen distintas opiniones.
*Su título original es Sozo to Kyoikusei, publicado por editorial Doshin-sha en 1972.
*Extraído de Doshin-sha 30nen no Kaiko; o Doshin-sha: 30 años de memorias, publicado en 1987.

Kamishibai en Chile

En Chile el kamishibai se ha comenzado a difundir desde hace 5 años aproximadamente, en gran parte gracias a Ekaré Sur, una editorial con trayectoria, que confecciona los pequeños teatros y además dispone de historias. Algunos de los cuentos disponibles son “Bernardo y Canelo”, “El rey mocho”, “La tortilla corredora” y “El sol, la luna y el agua”.  Más información en ekaresur.cl