Desde la primera vez que se publicó por escrito en el año 1697, en un volumen de cuentos populares recogidos por el francés Charles Perrault, Caperucita Roja sigue teniendo el interés de artistas e ilustradores por plasmar su propia interpretación de este clásico relato.

Por Macarena Pagels S.

Así como coexisten diversas versiones que juegan con la estructura narrativa del cuento tradicional, hoy encontramos un mosaico de representaciones visuales que nos ofrecen una variada iconografía de caperucitas, lobos y abuelas, al mismo tiempo que nos invitan a un recorrido por la historia de la ilustración.

Artistas, diseñadores e ilustradores de todo el mundo han recreado esta historia bajo distintos puntos de vista y valiéndose de diversas técnicas y materiales, tomando como referencia la versión de Perrault o la posterior versión de los hermanos Grimm, que son muy distintas respecto del desenlace de los acontecimientos. Sabemos que en esta última aparece la figura del cazador que salva a la niña y rescata a la abuela, marcando una gran diferencia con el abrupto y moralizante final de la versión francesa.

Los trazos de Caperucita Roja serán muy variados dependiendo del contexto histórico y cultural en que se crearon. Veremos a continuación algunos hitos destacables en esta cronología.

Los grabados de Gustave Doré

El trabajo del artista francés Gustave Doré ha trascendido por sus ilustraciones de obras maestras de la literatura universal, tales como La divina comedia, de Dante Alighieri, o El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Macha, de Miguel de Cervantes y Saavedra. La mayor parte de sus obras son grabados que requerían un arduo trabajo y la ayuda de muchos colaboradores, especialmente artesanos y tallistas que labraban los bloques de madera sobre los que él esbozaba los dibujos.

En 1862 realizó una serie de grabados en madera de Caperucita Roja, concentrándose en tres momentos cruciales de la versión de Perrault: cuando la niña se encuentra con el lobo en el bosque; en el momento en que el lobo devora a la abuela y una escena en el lecho con Caperucita. Lo que tienen en común estas tres imágenes es la gran expresividad de los personajes y el impecable dominio de la luz y la atmósfera de misterio que envuelve cada escena, si consideramos la complejidad de la técnica utilizada. Por esto y por el gran manejo de los detalles es que Doré se considera el gran maestro del grabado.

Walter Crane y la Edad de Oro del libro infantil

Durante la segunda mitad del siglo XIX los libros para niños se llenarán de color gracias a los avances en las técnicas de impresión. Poco a poco los grabados en blanco y negro comenzaron a considerarse como pasados de moda y, a partir de 1860, la impresión a color dominó el mercado de los libros infantiles. Esto daría inicio a una Edad de Oro del libro infantil, especialmente en Inglaterra.

Es en este contexto que surgen nombres como el de Walter Crane, artista inglés perteneciente al movimiento Arts and Crafts que buscaba reivindicar el valor de la creatividad y la originalidad frente a la producción en serie. Su estilo era muy cercano al Art Nouveau, de líneas curvas y asimétricas, difíciles de reproducir, y a la estética de las estampas japonesas que armonizan con delicadas figuras de estilo prerrafaelista.

Una de las escenas de Caperucita Roja representada por Walter Crane. Créditos: Wikipedia.

Una edición de 1875 ilustrada por el artista muestra distintas escenas de la versión de los hermanos Grimm, que incluye la aparición del cazador rescatando a Caperucita. Otra de las escenas que componen esta edición, que muestra el encuentro de la joven con el viejo lobo en el bosque, aparece en una de las páginas de El túnel, del británico Anthony Browne.

Las imageries de Warja Lavater

En 1965 la artista de origen suizo Warja Lavater vuelve a la versión clásica del cuento escrita por Charles Perrault, pero con una propuesta totalmente inédita y cercana a las imageries, relatos sin texto narrados únicamente mediante recursos gráficos abstractos como el color, las formas geométricas y la disposición de estas en el espacio.

Su particular versión muda de Caperucita Roja es una obra abstracta, pero fácil de interpretar gracias a la codificación que establece al principio de la página y a la estructura narrativa que nos es familiar por tradición. En dicho código cada personaje se corresponde con un signo pictográfico compuesto de la siguiente manera: Caperucita es un círculo rojo, la madre un círculo amarillo y la abuela un círculo azul; el lobo es un círculo negro y el cazador un círculo marrón. El bosque está representado por pequeños círculos verdes agrupados; la casa es un rectángulo marrón claro y la cama, un contorno en forma de U.

Caperucita Roja desde la óptica de Warja Lavater. Créditos: maeght.com

El simbolismo de Adolfo Serra

Acercándonos al mundo contemporáneo y a la oferta editorial infantil de los últimos años, aparece el trabajo de Adolfo Serra con un nuevo álbum silente en torno a Caperucita Roja. El ilustrador español recrea la historia de los hermanos Grimm con una propuesta llena de simbolismos y metáforas visuales, en sucesivas escenas que se ofrecen en cada doble página como cuadros para la contemplación y la interpretación.

Los elementos que dan forma a la narración son básicos: una paleta de colores minimalista, compuesta por negros, grises y el rojo característico de la protagonista; la gran expresividad de sus personajes y el juego con algunos simbolismos, como la presencia de una mariposa que reemplaza a la niña o el bosque que se representa con el pelaje del lobo. Pese a que reproduce una trama grabada en nuestra memoria, la lectura se vuelve infinita al centrarse en la visualidad y al incorporar estas metáforas visuales que expanden los significados.

Versión de Caperucita Roja realizada por Adolfo Serra para Narval Ediciones. Créditos: adolfoserra.blogspot.com

En este breve recorrido también es debido mencionar a artistas e ilustradores como Arthur Rackham, Keta Pacovska, Marjolaine Leray y Roberto Innocenti, entre tantos otros y otras que también han resignificado tanto este como otros relatos de tradición oral que pueblan nuestros recuerdos de infancia.

Aun cuando se trata de un relato arraigado en nuestra memoria colectiva y que todos podemos evocar sin dificultades, identificando cada uno de sus momentos y personajes, las diversas representaciones de Caperucita Roja a lo largo del tiempo nos demuestran que la literatura y el arte es un patrimonio compartido de infinitos significados, que los lectores seguirán nutriendo con el paso del tiempo.