Reportajes
Revisitando el país de las maravillas
A 190 años del nacimiento de Lewis Carroll, su obra cumbre sigue escribiéndose en la imaginación de nuevos lectores y de la mano de otros autores e ilustradores. Te invitamos a reencontrarte con las aventuras de la pequeña Alicia en la siguiente nota.
Por Francisca Tapia
Una enigmática sonrisa felina, un acelerado conejo blanco o una enorme oruga azul ya son parte del imaginario colectivo que ha dejado el diácono anglicano, matemático, fotógrafo y autor británico Charles Lutwidge Dodgson –mejor conocido bajo el seudónimo de Lewis Carroll– con su surrealista relato en el que seguimos las aventuras de una niña llamada Alicia por un extraño mundo plagado de personajes inolvidables. Una obra que parece destinada a los lectores infantiles, pero que no deja de ofrecer nuevas interpretaciones para ojos más adultos.
La historia habría surgido en medio de los paseos que el autor solía dar con una familia amiga, a cuyas tres hijas entretenía compartiendo relatos que con el tiempo se transformarían en su famosa obra. Parte de esa experiencia la retrata el mismo autor en un poema que antecede el cuento (All in the golden afternoon), donde hace referencia a las solicitudes de las niñas por escuchar sus historias mientras paseaban en una barca. Dicho poema se despide dedicando el cuento a la pequeña Alicia Liddell, cuyo nombre llevaría la curiosa protagonista que emprende la travesía subterránea por la madriguera de un conejo con chaleco y reloj.
Al momento de su publicación, la obra de Carroll fue acompañada por el increíble trabajo artístico del dibujante John Tenniel, quien da vida a las 34 viñetas de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865) y posteriormente a las 30 ilustraciones de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871), imágenes que contribuirían a fortalecer las características estéticas que asociamos al relato y que luego se verían reflejadas en las múltiples adaptaciones.
25 años después de su publicación original, Carroll estrenó una nueva versión titulada Alicia para los pequeños (1890), una obra dirigida a lectores de 0 a 5 años, adaptada para ser leída en voz alta, incluyendo interpelaciones al lector, de modo de hacerlo partícipe de esta historia. Esta versión fue reeditada en español en 2015, en una bella edición publicada por Edelvives, con algunas de las conocidas ilustraciones de John Tenniel.
Con el paso de las décadas nuevos artistas deciden emprender la misión de reversionar Alicia en el país de las maravillas. Notable es el resultado de la artista francesa Rébecca Dautremer quien lejos de la versión de Tenniel –o de Disney, dicho sea de paso– en 2010 publica una Alicia de cabello oscuro, muy parecida a las fotos conocidas de Alicia Liddell, dotando la historia de una estética más real, melancólica y poética. A su vez, otro ilustrador francés que decide acoger la obra de Carroll en sus trazos es el famoso Benjamin Lacombe, quien mantiene en sus obras publicadas en 2015 y 2017 la cabellera rubia de la protagonista, pero dando un tono más surrealista e inquietante a la narrativa visual, en su elegante y característico estilo.
Las otras Alicias
Volver al extraño mundo creado por Carroll, ya sea con la obra original o las reversiones, es siempre una experiencia familiar y nueva a la vez. Aunque todos sus personajes ya tengan un espacio en nuestra imaginación, la fantasía de sus pasajes siguen sorprendiéndonos y abriéndose a nuevas interpretaciones. No por nada Lewis Carroll es considerado uno de los exponentes más importantes del nonsense, un género que, tal como indica su nombre, se caracteriza por no tener sentido, jugar con el absurdo.
Alicia en el país de las maravillas ha sido por más de un siglo fuente de inspiración para distintos creadores. Su influencia en numerosos trabajos ilustrados puede ser consultada por los fans de esta historia en el libro Alice in Comicland (2014) que recaba distintas historietas que la obra de Carroll ha inspirado, así también podemos explorar los vínculos entre Lewis Carroll, Alice Liddell y la ciudad de Sunderland en un libro catalogado como un “documental onírico” por su propio autor, Bryan Talbot: Alice in Sunderland (2007). Un increíble y alabado trabajo gráfico para recorrer en viñetas los orígenes de Alicia en el país de las maravillas.
Alicia, la oruga azul, el gato de Cheshire, y otros tantos personajes de esta historia, siguen deambulando en numerosas obras. Ejemplo de ello es Alicia en Sussex, trabajo del autor e ilustrador Nicolas Mahler que –inspirado principalmente por Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y Frankenstein en Sussex de H. C. Artmann– crea una peculiar aventura en la que no podremos dejar de seguir a esta particular Alicia por el trayecto que guía un conejo, en esta oportunidad, pintado en azul.
En otras oportunidades las referencias son menos obvias, pero aún así acogiendo los elementos más característicos del famoso cuento. Ese es el caso de los muchos retelling que se han creado inspirados en Alicia: Heartless, de Marissa Meyer, que es una precuela que narra la historia de la reina de corazones antes de transformarse en el personaje que aparece en la obra de Carroll. O Susurros, de A.G. Howard, que narra la historia de una descendiente de Alice Liddell en un viaje más oscuro al verdadero país de las maravillas.
Una travesía plagada de imposibles, de brebajes para encogerse o para crecer, de charcos de lágrimas, de carreras locas y de mucho más. Alicia en el país de las maravillas es una historia divertida y fascinante que a más de un siglo de existencia sigue abierta a las reinterpretaciones, intrigando a nuevos lectores. Aprovecha la excusa del natalicio de Lewis Carroll para reencontrarte con el extraño país de las maravillas.