Taller
Mediación lectora y libros sin palabras
¿Cómo enfrentar aquellos títulos que prescinden del texto y hacen de la imagen única narradora? Te damos algunos consejos para trabajar estas obras y aprovechar las características de este formato. Por: Tatiana Casanova, asesora de proyectos de la región de la Araucanía.
La lectura de libros sin palabras es un desafío entretenido en el universo de literatura infantil actual ya que existen muchas opciones a explorar en las que las ilustraciones dirigen la historia sin necesidad de complementarse con un texto escrito. El libro “El lápiz” (2011) de Paula Bossio, es un ejemplo de ello, siguiendo los pasos de una niña que se divierte con una línea dibujada, la que página a página nos sorprende adoptando nuevas formas, desde un tobogán hasta una liana por la cual trepar.
En este tipo de libros el orden tradicional palabra-interpretación se altera, de manera que primero viene la imagen, luego la interpretación y después, la asignación de palabras en el proceso de descripción. Lectores de cualquier edad pueden disfrutarlos, ya que son ellos quienes le otorgan sentido a la información visual ofrecida.
El libro “Chigüiro chistoso” (2013) de Ivar Da Coll, por ejemplo, está categorizado con una estrella en las colecciones Viva Leer, es decir para quienes recién están iniciando en la lectura. Sin embargo, es un libro consultado por grandes y chicos ya que pueden reconocer en las imágenes escenas graciosas que pueden narrar de formas distintas, mientras "Emigrantes" (2006) de Shaun Tan, está pensado en un público más juvenil y adulto, usando el recurso del libro mudo para situar al lector en los zapatos del protagonista.
Debido a la interpretación de los libros sin palabras, es frecuente la pregunta respecto a cómo leerlo y cuál puede ser la dinámica que se establezca entre el mediador y los niños lectores. Ante esta duda, es relevante reconocer que este tipo de libros abren la posibilidad al diálogo, por lo que son cruciales las conversaciones que se promuevan, dando espacio a preguntas respecto al desarrollo de la historia, lo que sucede con los personajes o las motivaciones detrás de las acciones.
En “Revolución” (2007) de Sara, pueden plantearse diversas preguntas respecto a las emociones de la protagonista y los otros personajes, las razones de cómo transcurre la historia, la participación de los personajes extras, el uso de los colores, entre otras preguntas que pueden apoyar la lectura y permitir una conversación que de cuenta de la historia que reconoce el lector y sus interpretaciones.
En esta dinámica, las palabras son elegidas por el lector, de manera que es relevante el espacio para exponer sus propias interpretaciones en el diálogo con el libro. Es allí donde el lector describe el hilo narrativo que observa, para muchos niños y niñas puede verse como un juego, en el que su rol es fundamental y los mediadores que puedan aprovechar esa perspectiva, tendrán lectores presentes y activos. En la lectura de “Al final de la fila” (2016) de Marcelo Pimentel, es posible reconocer lectores que buscan detalles pequeños en cada página, prestando atención al reconocimiento de una mano que empieza a pintar desde la primera página hasta la lectura de la contraportada. Es fundamental en la observación de cada detalle y particularidad del relato, que un mediador busque exponer la interpretación de cada lector en el encuentro con la ilustración.
Además, otro consejo crucial es abrir la posibilidad a la re-lectura de los libros sin palabras, ya que están dispuestos a lecturas diversas cada vez que se recorren sus páginas y ésta característica puede ser muy llamativa para lectores que quieran potenciar sus propias construcciones.
También es importante involucrar una mirada empática, haciendo énfasis en las emociones de los personajes, ponerse en su lugar e incluso escuchar las predicciones de los niños y niñas desde sus propias experiencias. Allí desarrollamos capacidades de lectura distintas, se estimula la exploración, con preguntas respecto a lo que observan y lo que puede cobrar protagonismo. Este ejercicio es visible en “Sombras” (2010) de Suzy Lee, un libro donde se narra la historia desde las ilustraciones, la interpretación de emociones de la protagonista y las criaturas que aparecen en cada página, de manera que tienen relevancia trazos que inicialmente tal vez no habían llamado la atención, haciendo de cada re-lectura una experiencia de exploración y descubrimiento.
La invitación está abierta a compartir libros sin palabras con sus lectores y puedan descubrir las historias contenidas entre el libro y sus propias visiones de mundo. En todas las bibliotecas escolares Viva Leer pueden encontrar una selección especial de libros sin palabras que pueden ser los protagonistas de sus próximas conversaciones.