La filosofía en la etapa escolar puede ser una buena herramienta educativa para potenciar el pensamiento crítico desde temprana edad. Por: Daniela Happke, asesora de proyectos de la región de Magallanes.

Las nuevas generaciones se desenvuelven en un mundo marcado por cambios sociales, culturales, y tecnológicos, que se ven reflejados en la democratización del acceso al conocimiento. Niños y niñas no son ajenos a estos procesos y diariamente se enfrentan a múltiples contenidos que, idealmente, debiesen ser comprendidos, analizados y evaluados por ellos, para así desarrollar el pensamiento crítico y contribuir en su formación como ciudadanos y personas.

Pero ¿cómo podemos potenciar este pensamiento crítico? Una de las propuestas educativas que nos orienta tanto en el aula como en el hogar, es la Filosofía para niños, que brinda elementos para que estos cuestionen sobre el mundo y cómo se encuentran insertos en él, con el objetivo de lograr un pensamiento multidimensional, es decir, que incluya aspectos críticos, creativos y afectivos en relación con los temas que se discutan.

Para ponerlo en práctica, debemos estar atentos a las posibilidades que nos da el contexto, deteniéndonos en preguntas que apunten hacia el sentido de nuestra existencia - ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos? ¿por qué nos hacemos preguntas? - Pero, sobre todo, atendiendo a las necesidades e intereses de los niños. Algunos aspectos a considerar para iniciar la reflexión filosófica:

Objetivos

Cuando iniciemos una discusión filosófica, como adultos, debemos tener claro que el fin de esta instancia no es, necesariamente, llegar a consensos, ni menos se debe pretender tomar decisiones respecto a un tema porque la mayoría piense de una determinada manera. Esto debe ser traspasado a los niños, de manera que entiendan que al filosofar hay puntos de vista, y no respuestas correctas o incorrectas en las que el profesor o monitor zanjará la discusión.

Conversación

Es el factor principal a la hora de filosofar con niñas y niños. Los adultos debemos pedir razones ante sus intervenciones, pero también debemos dar nuestras razones, cuidando siempre mantener una relación de horizontalidad, donde no se impongan los argumentos del adulto que está guiando la sesión. En este intercambio de argumentos se pretende que los participantes entiendan las formas de razonamiento propias y de los demás, buscando semejanzas o haciendo distinciones respecto a las ideas de los demás.

Espacio

La relación de horizontalidad está dada también por el uso que hagamos del espacio, como adultos a cargo, debemos cuidar siempre que podamos vernos unos a otros y que estemos a la misma altura (en círculo o medialuna), de manera de facilitar el diálogo cruzado, buscando que los niños se expresen y comuniquen en un entorno de cooperación con los demás.

Material de trabajo

La forma más tradicional de trabajar la Filosofía con niños ha sido el uso de las publicaciones de autores como Mathew Lipman o Ann Margaret Sharp, (precursores del programa de Filosofía para niños) que consisten en novelas que tratan problemas filosóficos, adaptados a distintas edades. Pero también podemos trabajar en base a publicaciones que no presentan historias ficticias. Existen textos breves de diversos autores, como Antje Damm y Ellen Duthie, quienes se han interesado en provocar la reflexión y el desarrollo del pensamiento crítico en niños a través de textos que podemos trabajar en una sesión, y que invitan no solo a responder preguntas, si no que también a conocer breves anécdotas, asombrarnos con ellas y tratar temas que pueden ser polémicos, sin caer en juicios morales.

Títulos sugeridos

 De la autora Antje Damm, Editorial Iamiqué: ¿Qué es el tiempo?, ¿Es mucho 7?, ¿Qué es la verdad?, recomendados para niños de 5 a 7 años, y ¿Qué es la nada?, recomendado para niños de 7 a 10 años.

De la autora Ellen Duthié, Editorial Iamiqué: Mundo cruel, Lo que tú quieras, ¡Pellízcame!, recomendados para niños de 5 a 7 años.

El trabajo que podemos realizar como facilitadores de estas discusiones filosóficas, también nos permite utilizar otros recursos materiales, y que de igual manera pueden dar pie a la reflexión: textos informativos (diarios, revistas), canciones, películas, expresiones artísticas, juegos, cuentos y personajes de ficción representados por títeres o muñecos. Todos estos elementos nos permiten facilitar la discusión de contenidos con los que podamos plantear inquietudes, problemas o situaciones que permitirán que se generen las preguntas, de parte del monitor y de los niños.

Sea cual sea el material o texto que utilicemos, hay que tener en cuenta que, si uno de ellos deja de ser interesante para los niños, debemos dejarlo de lado y ocupar otro. Si no se hiciera, se estaría pasando a llevar uno de los principios básicos de este enfoque: la preservación y el respeto por los intereses de niños y niñas.