La bicicleta, como el fútbol, es más que sólo un deporte. Y, lentamente, la bicicleta empieza también a dar material para la literatura y la crónica. Por Pablo Espinosa.

Estas son 3 novedades (y un rescate) que nos ayudan a percibir la bicicleta desde una nueva perspectiva. Para Tito Matamala es una manera de volver a la infancia; para David Byrne, el mejor transporte para conocer una ciudad; para Juan Carlos Kreimer, un modo de conectarse con la naturaleza.

Chile Bicicleta: una crónica de pedales y nostalgia, de Tito Matamala.

El terremoto del año 2010 llevó al periodista chileno Tito Matamala a ser hoy un ciclista entusiasta. En su nuevo libro, Chile Bicicleta (Aguilar)escribe: “Esa madrugada del 27 de febrero, sumido en la ansiedad y el terror, la bicicleta me salvó la vida. O puede que no haya sido tan así. De todos modos habría podido sobrevivir: no se me cayó una pared encima, no entró el mar por la puerta de mi departamento. Pero me salvó desde el punto de vista psicológico: con ella escapé del miedo”.

En Chile Bicicleta Tito Matamala escribe sobre todo lo que hay que saber del ciclismo nacional. Hay historia y, sobre todo, recuerdos. Matamala comienza el libro contando su infancia arriba de un modelo muy cotizado por los nostálgicos en la actualidad: una CIC aro 20 fabricada en 1970. Tenía freno de torpedo, luces y dínamo, una maletita de herramientas y una parrilla que servía para llevar un pasajero: “Llevar a un amigo de pie en la parrilla de inmediato se convirtió en un estándar porque, claro, la densidad de bicicletas por habitantes era todavía bajísima, y debíamos ser solidarios”.

Matamala escribe con humor y con un lenguaje coloquial. Leerlo es casi como escucharlo. Y a su voz agrega la de muchos. Conversa con agrupaciones ciclistas actuales como Arriba de la Chancha, Macleta (Mujeres Arriba de la Bicicleta) y La Máquina Maravillosa; también hay personajes ya reconocidos en Santiago: Juan Mena, el Rey de las Bicicletas, y el coleccionista y dueño de un taller de restauración, Hans Alemany. A esto se suman pequeñas crónicas escritas por otros, como la de una ciclista chilena en Dinamarca. Chile Bicicleta no es un libro de historia; es más bien un tranquilo paseo por parte de la historia del ciclismo nacional y por la memoria de Tito Matamala.

Diarios de Bicicleta, de David Byrne

El norteamericano David Byrne es el ex vocalista de la banda de rock Talking Heads —autores del hit “Psycho Killer”—, además de escritor, fotógrafo y ciclista. Byrne transita diariamente por Nueva York, su lugar de residencia, en bicicleta y cuando viaja para dar conciertos, siempre lleva una bici portátil. Es desde la bicicleta que observa las distintas ciudades y anota sus impresiones.

Los Diarios de Bicicleta recopilan los recorridos de Byrne por el mundo. Cada capítulo se centra en una ciudad distinta: Berlín, Australia y Estambul, entre ellas. Byrne capta las ciudades observando detenidamente a sus habitantes y construcciones, y sintiendo las distintas calles bajo las ruedas de su bicicleta. Los seguidores de Byrne disfrutarán particularmente los datos biográficos que revela, sobre su infancia o sobre sus giras con Talking Heads; además da sus opiniones sobre cine, arte y música. Es en Londres donde se pregunta ¿Para qué sirve la música?

La única ciudad latinoamericana a la que Byrne le dedica un capítulo es Buenos Aires. Sobre Santiago de Chile sólo hay unas pocas líneas: “Es bonita, es limpia y tiene montones y montones de bloques de oficinas de cristal y casi nada del carácter desordenado, el encanto o el aire cochambroso del Brasil de Mauro (Mauro es el percusionista brasileño de Byrne)”. Byrne conoce perfectamente la música latina y a cantantes como Víctor Jara, Charly García y Los Fabulosos Cadillacs. De hecho, con muchos músicos argentinos tiene una relación de amistad y escribe sobre sus encuentros con ellos.

Este no es sólo un libro para ciclistas; también lo disfrutarán amantes de la música, la literatura y las crónicas de viajes.

Bici Zen: Ciclismo urbano como camino, de Juan Carlos Kreimer

El objetivo de Bici Zen (Catalonia), del argentino Juan Carlos Kreimer, es establecer cierta relación entre el ciclismo y la filosofía zen. O, al menos, con la posibilidad de alcanzar en bicicleta cierta sintonía con la meditación. “Al igual que la bicicleta, el zen no es método, ni dogma, ni religión. Es un modo de encarar la vida, una experiencia no verbal que permite establecer un mayor contacto con uno mismo. No elimina los temores, las ansiedades, las reacciones, los hábitos, sino que nos muestra cómo obstruyen nuestra esencia. Andando en bici se aprende algo de sí”, escribe Kreimer en la introducción.

Bici zen está influenciado por los diarios de David Byrne; sin embargo, tiene diferencias. Mientras que Byrne reflexiona desde la bicicleta; Kreimer reflexiona sobre la bicicleta. La historia de la bici—desde sus inicios hasta la creación en Japón de las Mountain Bikes—, son, por ejemplo, temas a los que Kreimer les dedica varias páginas. El foco, sin embargo, está en el ciclismo urbano.

Kreimer —pionero del periodismo de rock en Argentina y editor de la colección “Para Principiantes”— analiza aspectos de la vida diaria del ciclista urbano, como las ciclovías, el odio de los automovilistas hacia los ciclistas (y viceversa) y la diferencia entre quienes transitan en bicicleta con los que lo hacen en transporte público, a los que “la vida moderna parece haberles robado el camino”. Bici zen es, fundamentalmente, una declaración de amor por la bicicleta, transporte que es considerado por Kreimer el equilibro perfecto entre el hombre y la naturaleza.

El libro de un pionero del ciclismo en Chile

Arenas del Mapocho (Beuvedráis) —publicado en 1941— no es un libro dedicado a la bicicleta; es el libro de memorias de un ciclista. De uno pionero en nuestro país. Ricardo Puelma, el autor, fue campeón en Chile en velocidad y uno de los fundadores del club nacional de ciclistas “El Cóndor”. La única fotografía que de él se conserva es una publicada por la revista Zigzag en 1906 en la que sale acompañado de un grupo de pioneros del ciclismo en Chile, pero no se indica cuál de todos es Puelma.

Arenas del Mapocho es principalmente un libro sobre Santiago, pero es imposible no agregar que es también sobre ciclismo. En estos fragmentos podemos conocer cómo era ser ciclista a comienzos del siglo XX en Chile y cuál era el de grado de amor de Puelma por su bicicleta:

“Antes, andar en bicicleta era cosa de gringos y de obreros a quien la gente, llamada decente, miraba muy en menos. Hoy la cosa ha cambiado, y desde hace dos años, ha comenzado a popularizarse la bicicleta en Santiago. En cambio, en mi tiempo, ¡ay de la mujer que se atreviera a montarla! Era cubierta de los insultos más groseros. A pesar de todo, yo solía salir de paseo con mi mujer y mis hijas, pero era sólo para pasar rabias, pues nos tapaban con los insultos más procaces. Y, sin embargo, recién llegaron las primeras bicicletas, hará 45 años (es decir, en 1896), era cosa de gran lujo que trajeron como novedad algunos ricachos”.

“A veces suelo contemplar con pena mi última bicicleta arrumbada en un rincón de mi pieza. En mi larga carrera he tenido más de 20 y me han sido más fieles que las mujeres, pues muy pocas veces me dejaron botado en los caminos. ¡Jamás volveré como no hace mucho tiempo, a subir el San Cristóbal hasta el pie de la Virgen! ¡Jamás volveré a rodar ilusionado por los caminos, borracho de alegría contemplando el paisaje cercado por los cerros de la cosa y los Andes nevados!”

“De todas maneras, ahí quedarás a mi lado, cerca de mi casa. Mi última mirada será para ti, fiel compañera, que llevándome por los caminos en tu sillín ligero, hiciste más intensas mis alegrías y más suaves mis penas. Si fuera un rajá, o un rey egipcio, te haría enterrar a mi lado, como la amiga más amantes, aunque no tuviste alma” (Páginas 96 y 97).