Antofagasta y el desierto son el escenario de la novela de Patricio Jara. Aunque no es una obra de fantasía, un padre muerto retorna para encontrarse con su hijo. Por: Macarena Pagels.

En Geología de un planeta desierto, encontramos la historia de un joven geólogo, que comienza así: un día cualquiera, luego del almuerzo, su padre que yace muerto y enterrado, toca a su puerta y se presenta como quien regresa de un viaje no muy largo.

No es una historia sobre muertos vivientes ni espíritus, mucho menos de fenómenos paranormales, ya que Rodrigo, el protagonista, debe pasar largas temporadas en terreno, sobre todo en el desierto, un paisaje que se vuelve escenario de la nostalgia y las preguntas que no tienen respuesta.

La relación entre Rodrigo y su padre o, mejor dicho, la visión que tiene Rodrigo de su padre, no es de las más idílicas. Él vio como atardecía no solo en la costa de la ciudad donde se asentaron, Antofagasta, sino que también cómo se oscurecía la vida de su padre. Una sucesión de hechos que Rodrigo intenta hilvanar para comprender cómo su padre a terminó sus días como una persona alcohólica y enferma.

Una narración que se construye desde el presente, cargada de cuestionamientos sin respuestas definitivas, nostalgias, pasajes de la vida misma que fueron trazando un camino y una forma de ser, elementos que configuran un espacio íntimo. No es casual que se trate de un libro con ribetes autobiográficos, en el cual el autor escribe, imagino, con las manos un poco temblorosas.

Patricio Jara es periodista y tiene una serie de trabajos anteriores que lo han posicionado entre los referentes de la narrativa chilena actual, entre ellas El sangrador (2002), premiada por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Prat, una novela sobre nuestro héroe naval y Quemar un pueblo, ambas del año 2009.

Geología de un planeta desierto refleja la madurez como narrador de Patricio Jara. Los recuerdos y pensamientos se enmarañan en la conciencia, haciéndonos partícipes a los lectores del curso del relato.