El escritor y guionista Carlos Reyes (Los años de Allende) estuvo presente en el lanzamiento del nuevo libro de Sara Bertrand. Le pedimos que hiciera una reseña del libro y esto fue lo que nos contó.

Al escribir estas líneas me ronda una idea esbozada por Tzvetan Todorov. La dijo en un coloquio dictado en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y la cual, afortunadamente, quedó registrada por la editorial de la misma institución con el título Los usos de la memoria (Colección Signos de la memoria, 2013). Esto dice Todorov:

familiar

“La restitución integral del pasado es algo imposible pues la memoria siempre implica una selección: ciertos rasgos de los sucesos vividos son conservados, otros apartados de inmediato, o poco a poco, por lo tanto, olvidados. Por eso es desconcertante que llamen memoria a la capacidad de los computadores para conservar información: a esta operación le falta un rasgo constitutivo de la memoria, el olvido. Paradojalmente, uno podría decir que, lejos de oponerse, la memoria es olvido”.

Sara Bertrand, habitual escritora de textos dirigidos al público infantil y juvenil -Cuentos inoxidables, Los acordes del mandinga, Ejercicio de supervivencia, No se lo coma-, ha irrumpido con la novela Álbum familiar (Seix Barral, 2016). Este trabajo, a mi juicio, marca una inflexión en su carrera, pues lleva su escritura hacia nuevos derroteros.

El libro se hace cargo de un ejercicio de pérdida y reconstrucción de la memoria, tanto de la personal como de la colectiva. Porque entendamos que las versiones íntima y social del recuerdo son las dos caras de un proceso que a menudo oscila entre lo imaginario y real.

“No olvidamos al azar -escribe Bertrand en una suerte de declaración de principios- decidimos qué recordar”. Y agrega un par de páginas más adelante: “Los pedazos con los que reconstruimos nuestra memoria marcan la diferencia entre las versiones que contamos”.

Y este es un viaje a través del laberinto de recuerdos de la vida de una protagonista que va creciendo, y que le permite a Bertrand reconstruir un reflejo de nuestra propia historia reciente. Álbum familiar se trata de un relato sobre los mecanismos del recuerdo, sobre el crecimiento, sobre una nostalgia que aprieta el pecho, y de cómo dejamos de ser parte de ese salvaje mundo infantil y juvenil y de pronto ya somos unos adultos aferrados a esas viejas imágenes fuera de foco.

El universo de la obra está construido de instantáneas que conforman el caleidoscopio de la vida de una joven que se va haciendo adulta en un país marcado por el miedo. La novela de Sara Bertrand pone énfasis en la historia pequeña, privada, más que en la de los poderosos o de los protagonistas de la gran historia.

La lectura de Álbum familiar emociona en su exhibición de un mundo marcado por la ferocidad de los acontecimientos que afectan a su protagonista y se pregunta si estos hechos, si estos recuerdos son capaces de definirnos del todo o de si, por el contrario, logramos alcanzar la velocidad de escape necesaria para salir de su campo gravitacional y reconstruirnos más allá de ellos.

Aquí radica la gran apuesta de Bertrand con su nuevo libro: pese a la oscuridad del olvido, se debe recordar, y si esa oscuridad gana terreno y si lo que se viene es la amnesia total, todavía se puede idear un sistema para no olvidar. Eso es la porfía del “debemos recordar”.

Las páginas de este libro nos previenen que hay algo aún más terrible que acallar la memoria, y eso es empeñarse en no querer recordar.  Pero el arte nos recuerda que el ejercicio de la memoria y su potencialidad radican en la intersubjetividad de quienes recuerdan.

Así, tal como un álbum familiar que volvemos a abrir y a dialogar sobre él, este libro nos muestra que el sentido del pasado pertenece siempre al presente.