Vivimos una sequía prolongada, en muchas zonas falta lluvia y nuestros propios hábitos no contribuyen al cuidado del agua, vital para nuestra sobrevivencia. Si bien la protección es en gran medida responsabilidad de gobiernos y diversas industrias, la participación todas las personas, sumado al enorme trabajo de ONGs, contribuye a promover la educación ambiental, alertar situaciones extremas, compartir buenas prácticas en nuestros diversos territorios y, especialmente, a visibilizar el problema en que nos encontramos.

Por Astrid Donoso

Cortar la llave del agua mientras nos lavamos los dientes o regar cuando ya anochece en el verano, son pequeñas grandes decisiones de la vida cotidiana que permiten visibilizar la importancia del cuidado del agua. Hace algunas semanas varios municipios y parques han tomado decisiones que para algunos sonaron muy drásticas, como reducir los riegos de grandes zonas de pasto o derechamente quitarlo y reemplazarlo por otras plantas que requieren menos agua. Aun así, sigue siendo demasiado común ver grifos abiertos desperdiciando litros de agua o riegos en horarios de extremo calor.

Mientras todavía muchos gozamos del privilegio de una llave siempre generosa y donde el agua no se detiene, hay otros sectores donde familias y comunidades completas no solo deben racionarla, sino que deben vivir sin ella. Y esto no sucede fuera de nuestras fronteras, en lugares remotos, sino muy cerca. Bien conocemos el caso de Petorca, por ejemplo, donde deben recurrir a camiones aljibes para tener algo de agua y poder realizar labores cotidianas, problema que ha visibilizado ONGs como Modatima, movimiento por la defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la protección del medio ambiente. Esto se repite en el mundo donde millones de personas, especialmente en áreas rurales, siguen sin contar con este recurso en su vida diaria, siendo que debería ser considerado un derecho humano garantizado.

Ante este preocupante escenario –al que se suma una persistente sequía–, hoy más que nunca es necesario considerar su importancia en nuestras vidas, más aún dado el contexto sanitario desde el 2020.

Lóguez Ediciones, 2020

Litros y litros de agua

¿Sabías que nuestro cuerpo es esencialmente agua? Un 70 % de cada una y uno de nosotros es agua y, a medida que crecemos y envejecemos, la vamos perdiendo. Esta se encuentra en nuestras células y es fundamental para algunas funciones básicas de nuestro organismo, como limpiar nuestros riñones, humedecer ojos, boca y mantener fresco nuestro cuerpo, además de ser parte del torrente sanguíneo, llevando oxígeno. Nuestro cerebro es casi un 75 % de agua, como los músculos y hasta los huesos contienen sobre un 20 % de ella.

De la misma forma, el mundo natural es como lo conocemos gracias al agua y, de hecho, está principalmente compuesto de ella. Un 70 % de la superficie del planeta Tierra es agua, pero mientras el 97 % de este elemento corresponde a mares y océanos, menos del 3% es de agua dulce, que es aquella que nosotros como seres humanos consumimos y necesitamos.  Sí, solo un porcentaje pequeño para cubrir todas las ambiciones de nuestro estilo de vida.

Como cuidar el agua significa nuestra sobrevivencia en el planeta, existen muchas voces preocupadas por su escasez y el desperdicio. Observemos que todo lo que producimos necesita una determinada cantidad de agua. Desde la alimentación hasta la ropa que usamos. Todo implica su uso en el proceso de producción. Si pensamos en qué comemos, hay muchos quienes abogan por el menor consumo de carne, pues para obtener un kilo de carne de vacuno, por ejemplo, se requieren más de 15.000 litros de agua, mientras para uno de tomates se requieren 200 litros. Asimismo, para producir un kilo de algodón se utilizan alrededor de 10.800 litros de agua.

A fin de reducir nuestra huella de carbono, hoy se habla de consumo responsable, visibilizando que cada una de nuestras decisiones y acciones, cada producto creado, cada cosa que compramos, implica un gasto en agua que se pierde. Si pensamos en la industria textil, nos basta recordar la desoladora imagen de toneladas de ropa desechada en el desierto para comenzar a dimensionar la gravedad del tema y la importancia de reflexionar sobre nuestros hábitos y del abuso que hacemos de un recurso tan vital para nuestra sobrevivencia.

Editorial Planeta Junior, 2019

¿Qué podemos hacer?

Estamos viviendo una crisis climática, con todas las consecuencias que conlleva para nuestro entorno y nuestra propia vida. Cada año los fenómenos extremos como inundaciones, incendios y huracanes son más comunes y violentos, afectando la vida de demasiadas personas, especialmente las más vulnerables. Si bien muchos grandes cambios dependen de decisiones de sistemas de producción y políticas estatales, en nuestra vida diaria podemos hacer mucho por hacer la diferencia, especialmente con el ejemplo, promoviendo acciones responsables, informando y educando. Y de esa forma, generando conciencia crítica para poder presionar por estos cambios a las autoridades, así como, por ejemplo, lo ha hecho Greta Thunberg en Suecia y luego en el mundo, o lo que hace la joven activista Julieta Martínez en nuestro país a partir de su iniciativa Tremendas que promueve el desarrollo sostenible. Solo dos ejemplos, de muchos que existen en Chile y todo el mundo, que están preocupados por cuidar nuestro entorno, entre los cuales el agua juega un papel esencial.

Editorial Velero, 2021
Fondo de Cultura Económica, 2020

Entendiendo que la necesidad de informar y de una educación ambiental es una de las grandes aspiraciones para poder trabajar en revertir una mirada utilitarista y de explotación de la naturaleza, siempre podemos sumar acciones en nuestra vida diaria.

  • El riego de patios y jardines debe ser al anochecer. De esta forma la evaporación será más lenta y se aprovechará mejor el agua.
  • Privilegiar plantas nativas y prescindir del pasto en zonas donde no crece naturalmente. Puedes optar por otro tipo de vegetación e incluso explorar la xerojardinería, que busca cultivar un jardín con plantas de alto valor ornamental y bajo consumo de agua.
  • Cierra las llaves del agua cuando te laves los dientes o las manos. Solo usa el agua que necesitas cuando debas quitarte el jabón de las manos o al terminar tu cepillado.
  • Revisa posibles fugas de agua en tu casa, cierra grifos y repáralos si estos gotean.
  • Si dejas una o dos botellas dentro de la recarga del inodoro, puedes ahorrar una gran cantidad de agua. Recuerda que cada vez que tiras de la cadena son de 8,10 o aún más litros de agua.
  • Usa la lavadora a su máxima capacidad. Privilegia el uso de detergentes ecológicos que no contaminen nuestros océanos. Hay varios productos que puedes comprar incluso a granel, evitando el consumo de más plásticos. Y es agua reutilizable.
  • Cuando laves la loza enjabona primero todo con la llave cerrada y después enjuagas rápidamente. Puedes emplear una cubeta, y así, si ocupas productos amigables con el medio ambiente, puedes reutilizar esa agua jabonosa para limpiar en la cocina o en el baño.
  • Al ducharte puedes recolectar agua. Demasiados litros se pierden cuando esperas que salga el agua caliente y es ideal para regar plantas.
  • Prefiere la ducha a la tina. Y siempre cortas, ojalá de tres minutos.
  • Aprovecha el agua de la lluvia para regar tus plantas de interior.

¿Qué otros consejos puedes sumar a esta lista?

Recuerda que los seres humanos y la vida en la Tierra tenemos una ecodependencia y es tarea de todas y todos poder cuidarla. No olvides que todo lo que hacemos tiene consecuencias en nuestro entorno. Privilegia productos ecológicos, evita el plástico y todo lo que sea desechable, siempre reflexionando sobre nuestros propios hábitos de consumo, nuestro vínculo con el entorno, y de cómo podemos aportar desde nuestros diversos territorios. Si cada una y uno se suma, somos muchos más.