“Pregunto, luego escribo”: Filosofía para niños en el Valle de Elqui

Hablar del Valle de Elqui nos remite a un espacio natural y cultural cuyo epicentro está en Vicuña y Montegrande. Pero adyacente a estos poblados, en el camino internacional que une a la Provincia de Elqui con Argentina, encontramos localidades de pocos habitantes y silenciosos paisajes, lugares en los que decidieron enfocar su trabajo el músico y escritor chileno, Arturo Salinas y la filósofa y pedagoga suiza, Corina Schaub.

En 2018 postularon al Fondo Nacional del Libro y la Lectura, con su proyecto de Fomento Lector “Pregunto, luego escribo”, cuya ejecución involucra la realización de talleres de filosofía a niñas y niños de primero a sexto básico, de las escuelas de Chapilca y Huanta en la región de Coquimbo, ambos establecimientos unidocentes, cercanos al límite fronterizo.

Es en este contexto en el que niñas y niños están siendo invitados a convertirse en sujetos críticos, a través de la reflexión y cuestionamiento en torno a temáticas de interés personal y colectivo, tomando como base las propuestas de Filosofía con niñas y niños con las que Arturo y Corina desarrollan estos talleres, que consisten en una metodología de trabajo que busca despertar el interés en hacerse preguntas y contestarlas con sus propios pensamientos. “No se enseña la historia de la Filosofía o de los grandes pensadores, sino que se plantean preguntas o temas que despiertan el interés en los niños y que los hacen cuestionarse”, afirma Corina.

El proyecto se fundamenta en la convicción de que antes de cualquier interés, como por ejemplo leer, escribir, expresarse o conversar, está la pregunta. Para propiciar esta instancia trabajan con libros de literatura infantil que adquirieron para las escuelas a través del Fondo adjudicado y también con materiales que han sido diseñados por diversos autores para trabajar la filosofía con niños como Matthew Lipman, pionero en plantear la conversación con niños como una instancia en la que todos, incluido el docente, se encuentran en una posición de búsqueda; Óscar Brenifier con sus publicaciones e incluso videos dirigidos a niños basados en su obra; en Latinoamérica Walter Kohan, quien hace una adaptación de la filosofía con niñas y niños al contexto latinoamericano; y Olga Grau, cuyo enfoque apunta a utilizar también recursos que no necesariamente están diseñados para clases de filosofía, como canciones, cuentos, artículos, cortometrajes o imágenes a partir de las cuales se parte filosofando, una serie de herramientas que pueden servir para entablar una conversación entre pares: “Es muy importante poder ver a los niños y niñas como personas que piensan de forma autónoma y no como un ser que hay que instruirlo o decirle lo que tenga que hacer”, asegura Corina.

Filosofando a través del Arte

Hasta ahora, su trabajo se ha enfocado en potenciar la expresión y el entendimiento en los niños y niñas ya que, al no existir la costumbre de conversar, cuestionarse, ni leer o escribir, su manejo del lenguaje aún está en un nivel básico. Ante esto han optado por trabajar a través de la creación artística, tratando temas como la amistad, la tristeza, la felicidad, la identidad o la verdad. Ejemplo de ello, explica Corina, es el trabajo realizado con el libro El día que los crayones renunciaron de Oliver Jeffers: "Pudimos conversar sobre qué es la verdad y experimentar a través del dibujo y los colores, pintando el color “verdadero” del sol. Estos trabajos gráficos o manuales vinculados a una pregunta han ido ayudando a pensar las respuestas y también a expresarse manualmente, ya que no solo la lectura o la escritura están poco desarrolladas, sino que todo lo vinculado a la creación personal”.

Las herramientas artísticas han facilitado que quienes participan del taller se expresen con más libertad y confianza, y a su vez permiten que surja una conversación más prolongada sobre todo en los temas que les generan mayor interés, como, por ejemplo, los afectos y, últimamente, la preocupación por el espacio. “Dimensionarse dentro de lo que sería el universo es una preocupación muy grande en ellos, que quizás esté más en boga por el eclipse ocurrido en julio. Además, en Huanta hay estudiantes cuyas familias son crianceros trashumantes, por lo que pronto se irán a la cordillera a acompañar a sus padres a pastorear, entonces es un contexto en el que particularmente interesan los temas que tienen que ver con la relación con los animales y con el espacio en el que se mueven”, comenta Arturo.

Arturo y Corina señalan que con el paso de las semanas han notado que los niños y niñas se van acostumbrando a preguntar y también a escuchar las reflexiones de sus compañeros, "aunque parece una habilidad muy básica, es algo que no se acostumbra a practicar en las escuelas”. Si bien admiten que hasta el momento pocas preguntas han surgido desde los niños, poco a poco se van superando estas trabas, y eso tiene mucho que ver con la forma en que abordan los temas, desde conversaciones uno a uno mientras los niños trabajan en sus dibujos, hasta una pareja de títeres que, a raíz de un conflicto inicial, presenta la pregunta que se discutirá en la clase.

 “En general en las escuelas existen pocos incentivos para poder experimentar. Nosotros hemos tenido la suerte de poder hacerlo y de encontrar profesores y estudiantes abiertos a recibir nuestro trabajo”. Pero un trabajo tan profundo y que busca que los niños y niñas vayan desarrollando habilidades más complejas, no es trabajo de un solo año. Las proyecciones de Arturo y Corina son continuar desarrollando estos talleres el próximo año, con los estudiantes actuales y con los inicien su etapa escolar y así, desde su primer año en la escuela, se desarrollen como sujetos creativos, reflexivos y críticos del mundo en el que se desenvuelven.