Un repaso por tres obras de la famosa ilustradora coreana: Espejo, La ola y Sombras. Por: Carla Davico, asesora de proyectos de la región de Atacama.

Cuando me propusieron hacer una revisión artística de la obra de algún autor de literatura infantil, se me vino de inmediato un nombre a la cabeza: Suzy Lee. Esta ilustradora coreana de 46 años estudió pintura y luego un master en Arte, fue allí donde comenzó a relacionarse con el formato del libro. A estas alturas, para quienes trabajamos acercando la lectura, es un referente de la ilustración, el libro álbum y el rumbo que ha ido tomando la literatura infantil.

En esta oportunidad me centraré en tres obras de la autora: Espejo (2003, Barbara Fiore), La ola (2008, Barbara Fiore) y Sombras (2010, Barbara Fiore). La elección no es azarosa, puesto que las tres componen una serie que la misma Lee comenta en un libro-ensayo llamado La trilogía del límite (2014, Barbara Fiore), que recomiendo sobre todo por las interesantes reflexiones que plantea sobre su oficio.

Espejo

Sus dimensiones de 18x31 cm de inmediato nos evocan las de un espejo de cuerpo entero. Una vez que abrimos el libro, encontramos a una niña en un rincón de la página en blanco. Damos vuelta la hoja y aparece la niña reflejada en ambas páginas, con expresión de sorpresa. Entonces comprendemos el efecto que nos presenta el libro: una página representa el reflejo del espejo y la otra representa la realidad.

A medida que avanzamos en este álbum, que no tiene ni una palabra, la niña va interactuando con su reflejo, primero en una actitud más curiosa y temerosa, luego más valiente y confiada. Por sus gestos, se da a entender que está entrando en el mundo del juego, de la imaginación, al que entran sin dificultad los niños. Además de los gestos, la autora incluye de a poco unas gotitas de color en el centro del libro, que van en aumento como va en aumento el jolgorio de la niña jugando con su reflejo.

Quisiera detenerme en la técnica pictórica de las gotitas.: Se trata de un ejercicio muy sencillo en el cual se deja caer pintura y se dobla el papel sobre sí mismo para que se manche en ambos lados. Esto resulta en una figura geométrica similar a las del test de Rorschach.

Al no ser un trabajo digital de copia invertida, aunque en apariencia es simétrica, si nos detenemos en los detalles nos damos cuenta de que no es perfectamente simétrica, cosa que puede verse en las ilustraciones del libro. Esto, sumado al trazo grueso de carboncillo que le dan vida a la protagonista, hace que las imágenes se vean más artesanales y acerca mucho a los niños al dibujo y la pintura, como algo que podrían hacer ellos mismos.

Volviendo a la narración, en el momento del clímax, las que fueron gotitas de color pasan a ser una explosión gráfica que abarca todo el espacio que había en blanco y entonces se produce una especie de fusión entre ambas niñas, la real y su reflejo.

Esta fusión ocurre en el centro del libro, que es el límite que divide el mundo real del espejo. Después de este clímax vendrá una página completamente en blanco. Y aquí termino el relato de la historia, para mantener el suspenso y evitar el spoiler.

La ola

Curiosamente, este libro tiene las mismas dimensiones que al anterior, sin embargo se lee de forma horizontal, evocando justamente al horizonte.

La lectura, que también es solo de imagen, comienza con una niña en la página izquierda, bastante similar a nuestra protagonista anterior, pero que esta vez quiere acercarse al mar, ubicado en la página derecha y pintado de celeste. En este juego que muchos hemos jugado alguna vez, de acercarse y escapar de las olas, nos encontramos nuevamente con el gran tema de Suzy Lee: el centro del libro como un límite que se quiere traspasar. Y que se traspasa. Cuando la niña ingresa a la otra página, la del mar, está también traspasando el límite de la realidad y la fantasía, ingresando al mismo mundo imaginario que vimos en el libro anterior.

El color vuelve a jugar el rol de darnos pistas acerca de esta fusión entre realidades que resulta tan atractiva para los adultos como natural para los niños. Esta es una de las razones para afirmar que estos libros no tienen una edad sugerida, o más bien que pueden disfrutarse desde todas las edades.

Sombras

La génesis del último libro de esta trilogía, tal como relata su autora, nace del cuestionamiento sobre el formato del objeto libro. Sombras cuenta con las exactas mismas medidas que los dos anteriores, se lee de forma horizontal y las páginas se abren hacia arriba. A partir de esta idea de formato, la autora dio con el tema de su tercer libro: las sombras.

La narración comienza con un “¡click!” que enciende una luz en un desván, donde una niña se dispone a jugar con objetos que típicamente podríamos encontrar allí: zapatos viejos, una escalera, una escoba, una bicicleta. Mientras esto sucede en la página de arriba, en la de abajo vemos las sombras, que en un comienzo reflejan exactamente lo de arriba. Sin embargo, ya intuimos que en algún momento ese límite, el del centro del libro, que separa los dos escenarios, eventualmente se irá disolviendo conectándonos con la fantasía. El color será nuevamente nuestro aliado en la comprensión de la historia.

Leamos a Suzy Lee

Varios se estarán preguntando cómo mediar este tipo de libros. Al haber muchas interpretaciones, es fundamental abrir el diálogo. Las mismas preguntas que nos surgirán como lectores (muchas relacionadas, por ejemplo, al desarrollo de la historia) serán las que compartirán niños y niñas, porque obedecen a la naturaleza del libro. Por eso es importante prestar atención a cada detalle de la ilustración, ser muy observadores y hacernos muchas preguntas. Además, como son libros que expresan la emoción de la protagonista, hay que estar preparados para las respuestas emocionales de los lectores.

Estos tres libros abordan los mismos temas, presentados de formas distintas apelando a diversas situaciones que, aunque son cotidianas, están llenas de significado. El formato libro como objeto de arte, los límites entre fantasía y realidad, la propuesta en las técnicas pictóricas, la decisión deliberada de llamar la atención sobre un sector del libro que por norma no se utiliza, como es el centro del libro, en esos pliegues sombríos, son todas cosas que demuestran que Suzy Lee, como buena artista, no deja nada al azar. Por eso, son libros para leer más de una vez en busca de nuevas pistas, detalles, construyendo nuevas historias e inspirando distintas reflexiones.