El lugar hegemónico que el texto ocupaba en la literatura para niños y jóvenes ha cedido con el paso del tiempo en favor de la imagen. Las historias fascinantes que se narran en sus páginas ya no son descritas necesariamente con palabras, sino que también son plasmadas en ilustraciones cada vez más llamativas y desafiantes.

Por Macarena Pagels

En un artículo reciente sobre lenguaje visual en la literatura infantil y juvenil actual hice hincapié en la necesidad de comprender cómo vemos lo que vemos. Esta tarea no puede sintetizarse en unas cuántas líneas, pero sí pueden abrirse distintos caminos que marchen en esa dirección. En esta oportunidad el color será protagonista y veremos cómo se constituye en una herramienta de construcción de sentido en la literatura infantil actual.

Historia de los colores

La relación entre el color y la imagen tiene una larga historia, que comienza en las cuevas de Altamira y Lascaux donde el rojo se impuso con toda su fuerza y vemos nítidamente en el bisonte y el venado, emblemas del arte rupestre.

Bisonte de las cuevas de Altamira. Créditos: Wikipedia.

Desde este gran hito de la historia del arte, el uso que se daba a los colores respondería a distintos factores y contextos. Por mucho tiempo los colores se extraían de la naturaleza misma, de minerales, tierras y piedras para moler; moluscos e insectos que estrujar y de todas las plantas con poderes colorantes. 

La historia de los colores es fascinante. Un caso digno de destacar es el del azul de ultramar, que durante la época del Renacimiento representaba estatus, riqueza y distinción. Se obtenía del lapislázuli y era tan costoso que solo los grandes artistas podían permitirse usarlo en sus pinturas. También era un color tan solemne que solo algunas representaciones eran dignas de llevarlo. Es por esto que en muchos cuadros de esta época vemos a la Virgen envuelta en un manto de brillante e intenso azul. 

Virgen del prado, obra de Rafael Sanzio que data de 1505-1506. Créditos: Wikipedia.

El color en el arte

Las decisiones estéticas de grandes artistas también ha incidido en el uso que se ha dado históricamente a los colores. Por mucho tiempo la tradición artística avanzó hacia formas de representación cada vez más parecidas a lo que el ojo capta de la realidad. 

Sin embargo, cuando esa tradición se puso en entredicho y el arte moderno inauguró una nueva época, los artistas comenzaron a experimentar en la composición de sus obras. Vincent van Gogh es un caso a destacar por el trabajo que desarrolló en torno a la luz y el color. Como buen artista moderno, rompió con la tradición pictórica que lo antecedió y dio vida a obras que hasta el día de hoy nos conmueven.

Sembrador bajo el sol, obra de Van Gogh. Créditos: Wikipedia.

Sembrador a la puesta de sol (1888) es una obra que experimenta en todo su esplendor con la fuerza simbólica del color. Al cálido dorado del sol, que se extiende por todo el cielo en forma de rayos amarillos y anaranjados, se contrapone un terruño arado de fríos tonos azules y violetas. Según algunos especialistas, Van Gogh se proponía representar el ciclo del grano que madura, perece y vuelve a plantarse.

(...) el arte moderno inauguró una nueva época, los artistas comenzaron a experimentar en la composición de sus obras. Vincent van Gogh es un caso a destacar por el trabajo que desarrolló en torno a la luz y el color.

Los colores en los libros para niños

Los álbumes, como diría Anthony Browne, son el primer contacto que tiene el niño con las artes visuales y podemos considerarlos su primera galería de arte. Ciertamente, en la búsqueda de un estilo propio muchos creadores se basan en las distintas corrientes pictóricas para inspirar sus composiciones y dar vida a sus historias, como ocurre en Pequeño azul y Pequeño amarillo del holandés Leo Lionni, un álbum que utiliza la abstracción para contar un cuento infantil y podemos considerar muy cercano al arte contemporáneo.

Los ilustradores utilizan distintos estilos gráficos, escuelas, movimientos y tendencias dentro de la historia del arte, para resaltar y enriquecer sus historias. En ellas, el color es una herramienta que el artista puede utilizar para comunicar el tono de la historia antes incluso de leer el texto. También nos remontan al terreno de la representación, pues los colores no tienen que ser fieles al modelo original que toman de la realidad observable. Ya lo vimos en Sembrador a la puesta de sol (1888), de Vincent van Gogh. 

Ilustraciones de Leo Lionni para "Pequeño azul y Pequeño Amarillo" y "Un pez es un pez".

La paleta cromática es una de las decisiones que el artista tomará para contar su historia. Ya podemos imaginar los tonos que tendría una historia submarina, a diferencia de otra que se desarrolle en un tupido bosque. Además del ambiente, podemos asociar los colores a temperaturas: los amarillos y rojos dan sensación de calor; azules y violetas, en cambio, dan la sensación de frío.

Por ejemplo, en Nosotros, de Paloma Valdivia, vemos la tierna relación de una madre y su hijo, así como la de una yegua con su potrillo y de una osa con su osezno, en una equilibrada paleta de tonos tierra, azul, gris y rojo. Para mostrar el paso del tiempo que une eternamente a madre e hijo, la paleta cambia según las estaciones del año transitando por tonos amarillos, grises, azulados y, nuevamente, la paleta completa de colores.

"Nosotros", de Paloma Valdivia. Amauta, 2017.

Otros ilustradores, en cambio, seleccionan sus paletas cromáticas por lo que simbolizan, como hace Rébecca Dautremer en su álbum Enamorados, tras unas bellas ilustraciones que destacan el rojo y el rosado que asociamos al amor.

El color también puede ser utilizado para resaltar o atenuar partes de una historia, o incluso para diferenciarlas. Podemos ver este recurso en álbumes como Los tres bandidos y Rufus, el murciélago que adoraba los colores, de Tomi Ungerer. En el primer caso, el azul y negro de la noche que envuelve a los bandidos cambiará a tonos verdes y cálidos cuando sus vidas tomen un giro. En el segundo, el pequeño murciélago que vive en la oscuridad saldrá a la luz del día y sus vivos colores, pero no le irá muy bien en este intento.

Y, por supuesto, también podemos asociar el color con los estados de ánimo de los personajes. Lo vemos en Willy y la nube, de Anthony Browne (ver foto de portada) y en varios de sus álbumes, donde los colores se vuelven más brillantes cuando el ánimo de los protagonistas es más esperanzado y alegre, y más grises cuando enfrentan problemas o conflictos personales.

Es importante considerar que los significados que brindan los colores dependen de varios factores, tanto subjetivos como culturales. Sin embargo, y como todo signo dentro de un texto escrito o visual, el color no tendrá una sola significación en la medida que interactúa con una multiplicidad de otros signos que hay que tener en cuenta para comprender su sentido.

La invitación es a detenerse en la ilustración y mirar con atención, tomarse el tiempo de interpretar cada elemento y disfrutar de una lectura llena de nuevos significados.