A tres años de su partida, recordamos a Themos Lobos (1928-2012) con este perfil basado en una entrevista que nos brindó el año 2008 en su casa de Concón. Por Germán Gautier y Javier Foxon.

Dibujante esencial en la historia del cómic en Chile. Creó más de treinta personajes, algunos tan icónicos como Alaraco, que se transformó en parte del léxico e imaginario común del país. Su paso por revista Mampato hizo que una generación completa quedara prendada de aquellas aventuras tan bien documentadas en compañía de Ogú y Rena. A tres años de su partida, recordamos a Themos Lobos (1928-2012) con este perfil basado en una entrevista que nos brindó el año 2008 en su casa de Concón.

Themo Lobos dibujando en su casa de Concon mujeres curvilíneas, ligeras de ropa y de melena ondeada.

—Generalmente actrices de cine que estaban de moda. Los soldados aliados pinchaban las imágenes con un par de alfileres en sus armarios. Por eso ‘pin-up’ en inglés.

Las rubias se parecen a Marilyn Monroe y posan como divas italianas.

—Lo más audaz del vestido de mujer era que mostrara un poco de pierna. También el traje de baño a dos piezas. Pero lo que me interesaba a mí era ver a los autores.

La portada del libro tiene los colores de la bandera estadounidense: sobre un azul y en letras blancas dice ‘The Great American’ y en rojo ‘Pin-up’. Es una recopilación de dibujos y fotos de modelos de principio del siglo 20 que Themo Lobos hojea en el escritorio de su casa en Concón. Es uno de los más de tres mil libros que el dibujante atesora en su biblioteca y que le sirven de manual de estudio.

Un reloj de muralla blanco y redondo hace girar sus manecillas de manera inversa, siempre retrocediendo en el tiempo. Quizás movido por este impulso temporal, Themo saca dos viejas revistas de entre un alto estante lleno de enciclopedias, bocetos originales, algunos galvanos, recortes de diarios y libros de historia. Recuerda El Pingüino y Cosquillas, quincenales donde reinaban las historietas cómicas y las chiquillas lindas.

—En la época eran un poquito ofensivas, para la gente religiosa especialmente. Pero ahora ni los chistes ni las niñas pueden ruborizar a una monja porque son totalmente inocentes-, explica Themo, de cotelé y camisa escocesa, ajustando sus gruesos lentes.

Estas publicaciones a mediados de los 60 eran devoradas por jóvenes y adultos que pagaban 12 escudos para ver junto a las caricaturas, las fotografías donde Lorena, la nueva contratación del Bim Bam Bum, confesaba sus ansias de convertirse en una verdadera vedette.

Themo es bajo, delgado y tiene cara de niño. Nacido en 1928 en la comuna de San Miguel, vivió gran parte de su vida en la capital hasta que un día decidió convertirse en un conconino de vida apacible y brisa marina.

—Con mi señora nos aburrimos de Santiago, del ruido, del tráfico. Esta casa la teníamos para veranear. Máximo Carvajal, un amigo muy querido, me decía “qué te vas a ir a encerrar allá a Concón, no va a llegar nadie a darte pega”.

Por 1976, Wallace Wood hizo lo mismo. El dibujante estadounidense conocido por sus trabajos en la revista Mad, cansado de los plagios y robo de ideas, dejó Nueva York para vivir hasta el fin de sus días en el desierto. Allí abandonó el oficio y se puso a beber.

Pero Themo, autodidacta como la mayoría de sus contemporáneos, nunca ha dejado el papel y la plumilla. Él es parte del prolífico circulo de dibujantes que antes del embrujo de internet y la televisión, cautivaban a sus lectores con páginas y dibujos de humor, aventura, erotismo, política, crimen, deporte y ciencia ficción. Eran nombres mundiales como Charles M. Schulz (Peanuts), Hergé (Tintin), Quino (Mafalda), Uderzo (Asterix), Stan Lee (Spider Man), los que firmaban sus tiras semanales.

En Chile, Themo Lobos, Alhué, Lugoze, Pekén, Penique, Mono Tejeda, Percy, Guido Vallejos, Pepo y el resto de los colegas dibujantes ocupaban las largas mesas de restaurantes como El Parrón o El Ciclista, en pleno centro de Santiago. Era una época donde las reuniones de pauta de TopazeBarrabasesCondorito y Mampato, se hacían entre almuerzos regados de camaradería y donde los sueldos de este rubro permitía mantener a una familia sin problemas.

—Nos juntábamos a veces en reuniones no programadas. Algunos tenían la osadía de disfrazarse como sus personajes, de pintarrajearse. Había un estado permanente del espíritu alegre—, dice el padre de Pepe Antártico, Percy Eaglehurst (el antofagastino, que hasta sus últimos días envío sus caricaturas al diario La Tercera, falleció el 11 de julio de 2013).

La dictadura cayó como una interrupción en el gran almuerzo. La salida de circulación de gran cantidad de los quincenales de los kioscos del país, fue el aviso de que ninguna página que llevase a la imaginación estaría permitida.

—La que sobrevivió un tiempo más largo, hasta el año 1974 fue Mampato. Pero también se terminó. Y ahí quedamos todos cesantes. No había revistas. Se eliminaron todas las revistas de historietas. Porque eran un arma bastante peligrosa para los dictadores. Por ahí se pueden escapar algunas opiniones en contra de una dictadura. La historieta no solamente sirve para contarles cuentos a los niños.— recuerda Themo.

La junta militar cerró las editoriales y sólo permitió el ingreso de containers con publicaciones extranjeras y la venta de algunas revistas porno nacionales.

—No solamente pornográficas, sino que vulgares. Hacían chistes coprolálicos.

A fines de los ’70, nadie compraba la Quirquincho y la Papaya. Y todos estaban cesantes. Ese sería el comienzo de la muerte del oficio de historietista.

A Marko Torres la fotocopia le es indiferente. Todo lo leyó en blanco y negro. Ni siquiera la vuelta a la democracia le trajo los colores a los fanzines que sólo se conseguían de mano en mano. Por eso guarda la Cucalón del 87 cuando a los nueve años le publicaron un dibujo y compartió página con quien lo influenció de niño, Themo Lobos.

El dibujante porteño, creador de Los hermanos Rata y la superleída saga de Yonky El Zombie, es parte de tres generaciones desaparecidas, ignoradas y sin campo de trabajo que fueron condenadas por años al underground.

—En todo el país es difícil vivir del comic, por eso la mayoría busca trabajos en otros medios como la publicidad y el diseño.

Percy, Premio Nacional de Periodismo en mención dibujo en 1969, fue director de Revista Revelación y supo de los irrisorios impuestos que cobraban.

—Hasta tuve que pagar por usar la plancha y el papel y eso que es nacional.

Esta anemia de publicaciones de historietas tuvo a Chile leyendo por años los insertos de multitiendas y supermercados en los diarios.

—De por cierto, páginas muy bien impresas con publicidades comerciales, pero de muy poca lectura— dice Percy.

Temístocles nació en Atenas el año 525 a. C., y fue un militar griego fundamental en las guerras médicas. A Temístocles Nazario Lobos Aguirre sus padres lo llamaron así, siguiendo una usual práctica de esos tiempos.

—Generalmente los padres ponían esos nombres a los hijos para demostrar que eran conocedores de la historia o de la literatura general.

Hijo de un obrero metalúrgico y dueña de casa, Themo, al igual que su tocayo griego supo a temprana edad lo que quería en el futuro. Tenía unos seis años cuando le dijo a sus padres “quiero ser dibujante”.

—Aaahh… qué desgracia más grande—, fue la opinión de su familia.

Con seis hermanos viviendo al tres y al cuatro, los Lobos Aguirre esperaban un trabajador de terno y corbata.

Uno de los motivos por los que El Peneca tuvo gran éxito en el público infantil y juvenil fue por la inclusión de series ilustradas como Quintin el Aventurero.

—Yo quería dibujar porque leía El Peneca todos los días sábados. Quería ser dibujante como el que hacía Quintín el aventurero. Pero mi papá y mi mamá pensaban que yo debería ser empleado de banco, abogado, ingeniero, cualquiera de estas profesiones con cuello y corbata. Ellos temían que terminara ofreciendo ampliaciones de retratos en las calles. Trabajos muy aventureros y muy mal pagados por supuesto.

Lobos estudió por dos años en el Bellas Artes y dos más en la Escuela de Artes Aplicadas, sin aprender lo que quería.

—No había ningún lugar donde enseñaran historieta. Así que soy autodidacta como el 99% de los dibujantes. Ellos no han estudiado, es pura cachativa.

Comenzó colaborando en la revista que leía de niño, El Peneca, y también en la incipiente Pobre Diablo. Luego, probó suerte en empresas publicitarias. Al poco tiempo se dio cuenta que eso no era lo suyo, y con 18 años partió carpeta en mano a ofrecer sus bocetos al diario La Nación.

—Llevé a Ferrilo el autómata y a Homero el piloto. Un tal señor Alzola, que era el subdirector en esos años, me dijo “cabrito, llegaste justo porque necesito dos personajes para animar un poco las páginas de avisos económicos”.

Máximo Chambonez fue uno de los grandes personajes creados por Themo Lobos.

Una tira cómica en cada página semanal bastaron para hacerse conocidas en el mundo artístico. Eso atrajo a Guido Vallejos quien lo enfiló en Barrabases. De ahí a una productiva creación de personajes que incluyen a Ñeclito, Máximo Chambónez, Mufato, Cicleto, Dolchevito, Sapolín, Niño Rana, Michote, Pericón y que en total suman más de 30.

Entre ellos, uno del cual no habla.

Themo es ateo pero recurre a la Biblia para explicar su relación con Mampato.

—Yo soy el padre putativo de Mampato. Paters putativus o Pepe, como se les dice a los José. Según el Nuevo Testamento, el padre de Jesús dejaba mensajes cifrados firmando ‘P.P.’ para llamarlo a reuniones.

El padre de Mampato, Eduardo Armstrong, le cedió el personaje una tarde de 1968 cuando la historieta y publicación apenas llevaba dos ediciones.

—“Podría usted hacerse cargo de la historieta de Mampato”, me preguntó Armstrong, quien trabajaba de director e ilustrador en la revista. “Mientras haya otro dibujante haciéndola yo no acepto porque no quiero molestar a algún colega, aunque sea joven”, le contesté refiriéndome a Oscar Vega, quien entonces tenía 23 años.

Es Vega quien a partir de los argumentos de Armstrong, concibió al primer Mampato. Gráficamente “era un experimento genético de Asterix con la personalidad de Daniel el travieso”, como lo describe en una entrevista a Meliwarén tres años antes que muriera en febrero de 2007.

En el primer número de Mampato del 30 de octubre de 1968, se observa a un niño chileno de 9 años con el cuerpo de Asterix (Uderzo, 1968) y el rostro de Daniel el Travieso (Hank Ketcham, 1951).

—Calcaba y ampliaba los cuadros de Asterix y esto le daba un trabajo enorme porque el argumento lo escribía Eduardo Armstrong”- dice Themo.

“Me sacaron de Mampato porque tenía poca experiencia” diría Vega en aquella entrevista.

Desde el tercer ejemplar, Themo Lobos fue el dibujante titular y padre putativo de Mampato, dándole un entorno e identidad con sus nuevos personajes Ogú y Rena y la creación del cinto espacio-temporal.

La periodista y escritora, Isabel Allende dice que trabajar con Themo en la revista Mampato era muy difícil.

—Nunca entregaba el trabajo a tiempo. Teníamos que esperar hasta el último instante, cuando ya íbamos a cerrar la edición, entonces aparecía con la historieta. Yo me ponía muy nerviosa y cada vez juraba que sería la última.

En esa primera etapa, la tira de las aventuras del niño que viaja por el tiempo y espacio eran parte de una serie mayor de secciones que incluían cuentos ilustrados, biografías, comentarios de cine, música y televisión, además de láminas recortables de la flora, fauna y pueblos autóctonos de Chile.

Mampato en Rapa Nui fue llevada al cine el año 2002 por el director Alejandro Rojas.

—Las historietas de Themo Lobos eran la columna vertebral de la revista, lo primero que leían los niños. Sin la historieta, la revista no habría sobrevivido. Tenían de todo: humor, amor, historia, información, aventura, suspenso, una gran simpatía en todos los personajes, incluso los villanos— cuenta la escritora.

Isabel Allende fue la directora de la revista juvenil entre 1973 y 1974. En su libro ‘Paula’ cuenta que su primer contacto directo con la censura del régimen militar fue cuando apareció en los kioskos una edición de Mampato con una ilustración en la portada de cuatro gorilas. Las Fuerzas Armadas no dudaron en considerarlo una alusión directa a los cuatro generales de la Junta.

Una de las historietas peligrosas desde la visión paranoica de los militares era El árbol gigante, que relata la lucha de un pueblo de mutantes amarillos quienes se rebelan contra el dictador Fergus.

La revista luego de haber sobrevivido a los gobiernos de Frei Montalva y de la UP, de haber sido una exitosa publicación juvenil y de albergar las historietas de Ogú, Mampato y Rena, lanza su última edición (#418) el 25 de enero de 1978.

En tiempos de protesta contra la dictadura Themo pasó pellejerías. Sin trabajo en una editorial, lo salvó la historia dibujada del padre Hurtado. Así resurgió y a falta de casas de publicación, dejó la creación para convertirse en un dibujante fantasama para Los Pitufos de Peyo y Los Snorkels del también belga Nic Broca.

Luego del éxito del libro del padre Hurtado, vino la biografía dibujada de Teresa de Los Andes y otros trabajos para empresas e instituciones. De vez en cuando el gobierno se acuerda de él para pedirle los dibujos de la historia del cobre, y una campaña de prevención del virus dengue.

La última vez que Themo Lobos trabajó en una revista fue en la Humanoide. Creada y editada en la sátira política a propósito del plebiscito de 1989 por el periodista Hernán Millas y el ex Presidente Sebastián Piñera.

—La revista era bastante combativa y le preguntamos a Piñera ‘hasta dónde podemos estirar la cuerda’. Él nos dijo ‘mídanlo ustedes, pero de todas maneras, pase lo que pase, yo estoy con ustedes protegiéndolos’.

A Themo le daba confianza que estuviera Hervi y que el resto de los colegas fueran de oposición. La portada posterior al triunfo del NO de la Humanoide muestra una tapa amarilla con Hernán Büchi pateando un yogurt en tenida deportiva y con una pilsener en la mano.

En su mejor época, Chile ocupaba el tercer lugar de producción de historietas en Sudamérica después de Brasil y Argentina. El personaje chileno más conocido en América Latina es el Condorito de Pepo. Los colombianos creen que es colombiano, los mexicanos que es mexicano. Hasta los argentinos creen que el cóndor en ojotas es argentino.

Lo cierto es que la historieta está adaptada en cada país a sus modismos. Pero por la internacionalidad y fama de este personaje se olvidan las raíces, el primer plumaje de un cóndor que originalmente vivía entre animales y no entre personas.

—Era muy parecido al primer Condorito que apareció publicado. Y además estaba ambientado con puros animales chilenos como el gallo, el perrito, el buey, en fin. Era el bueno para pal’ combo el Condorito.

En el mundo de la historieta chilena siempre ha circulado el rumor de que el verdadero padre de Condorito es Themo Lobos y no Pepo. La arquitecta Paulina Villalobos fue la primera persona que hace más de 20 años publicó una tesis universitaria llamada ‘Cómic y arquitectura’, donde cuenta el origen del personaje.

Themo, sentado en su silla de trabajo en Concón prefiere no hablar de eso.

—Eso dejémoslo en la nebulosa más desconocida. No quiero insistir.

Lo que sí recuerda es aquella vez donde todos los colegas dibujantes estaban reunidos en una comida organizada por Guido Vallejos. Themo dibujaba en El Pingüno y en la larga mesa salió el tema del robo de Condorito. Lobos frente a todos sus compañeros encaró a Pepo.

—Lo has explotado tan bien que en este momento te obsequio el personaje. Es tuyo y te felicito porque lo has hecho muy bien. Saqué aplausos y se acabó el problema.

Themo se sienta en el sillón rojo de su taller en Concón. Ahí donde sus amigos que lo visitan desde la capital se quedan dormidos por la tranquilidad del lugar. Está justo debajo del reloj en reversa y junto a su gran biblioteca. Sobre el escritorio hay una vieja historieta de Mampato. Themo la abre y con el dedo pulsa el cinto espacio-temporal.