En los últimos años se ha vuelto a hablar de los “clubes de lectura”, con las particularidades e identidades de cada uno, y es que ha cobrado fuerza por su efectividad en la creación de comunidades lectoras. Y cómo no, si combina al menos dos de los placeres que más disfrutamos: la lectura y la conversación.

Quizás es inherente a las artes el considerarlas como un acto social, pero en pocas ocasiones somos conscientes que nuestra lectura de la obra no termina una vez que nos alejamos de ella (que terminamos el libro, dejamos de ver el cuadro, o concluye el concierto), sino, que esa lectura se sigue construyendo en el encuentro con otros, como cuando vamos al cine, cuando una vez acabada la película queremos comentarla y contrastar nuestra propia experiencia con la mirada de un otro. ¿Por qué no hacerlo también con los libros? 

Créditos Biblioteca Viva

Es así, como bibliotecas, comunidades y lectores organizan grupos -muchas veces de amigos, otras veces desconocidos unidos por un mismo interés- que se reúnen periódicamente para conversar sobre un libro acordado y leído previamente. Sus antecedentes históricos, según el autor Óscar Carreño, pueden remontarse a las tertulias literarias, del siglo XIX, (su nombre deriva justamente de la parte trasera de los teatros donde los críticos se reunían a comentar las obras vistas), pero no es hasta 1920 donde aparece un primer precedente más directo de los clubes tal como los conocemos hoy en día: El programa Great Books, de la Universidad de Columbia (E.E.U.U.), donde a un profesor se le ocurrió incentivar la lectura de clásicos entre sus estudiantes, mediante un conductor que dinamizara la conversación. Este programa difiere de la actualidad en cuanto a su intención pedagógica y su acotado contexto universitario, existiendo recién en la década de los 90´s una mayor apertura en los temas y una explosión de la cantidad de clubes.

Con el tiempo han variado también los formatos, partiendo con encuentros presenciales, donde se reunían en una hora y lugar predeterminados, para ir dando paso a los avances tecnológicos, apareciendo los clubes semi virtuales; clubes presenciales que esporádicamente hacen uso de plataformas virtuales, redes sociales o videollamadas. Aparecen con más fuerza después del 2000 los clubes virtuales, donde ya no existe la reunión presencial, sino que el encuentro se realiza mediante plataformas como blogs, foros, facebook  principalmente,  donde los participantes pueden ir leyendo los comentarios de sus compañeros sin barreras temporales ni geográficas. Sin embargo, estos últimos carecen en alguna medida de fluidez y son muy exigentes para los moderadores. Es así como nacen los clubes virtuales “En la Nube”, que suman a la virtualidad la instantaneidad, ya que se hacen a través de videollamadas en un horario acordado.

Dentro de los beneficios destacables están, además de ser una efectiva herramienta de fidelización de lectores, el aportar en la formación de ciudadanos más tolerantes, conocedores de nuevas miradas, empáticos, que son capaces de crear un refugio sinérgico, combinando afectividad, placer y ocio en un espacio distendido y de crecimiento personal.

Créditos Sistema de Bibliotecas Públicas, Gob.cl

¿Qué se necesita para hacer un club de lectura?

Principalmente: motivación y tener un perfil adecuado al de conductor, es decir: ser lector, tener habilidades para desarrollar la conversación, tener entusiasmo para investigar y dinamizar, y un espíritu lúdico, conectándolo siempre desde la entretención.

 Una vez que estamos preparados, podemos lanzarnos a la organización. El primer paso es Identificar el contexto y al grupo de personas al que queremos dirigirnos, eso nos permitirá definir la estrategia comunicacional, como el formato del club y canal de interacción (presencial, virtual, videollamada, etc), seleccionar una lectura de acuerdo a sus intereses, y buscar un nombre de fantasía que aporte a la definición del grupo y al sentimiento de pertinencia. También debemos establecer el límite de participantes, de modo que todos puedan expresarse (max.15-20). En las actuales condiciones, podemos difundir nuestro club desde alguna plataforma que frecuenten el público que queremos llegar, por ejemplo, si es una biblioteca escolar podemos abrir una sala dentro de la plataforma utilizada por el colegio (por ejemplo, Google classroom)) que servirá para dinamizar el club y difundir con el resto de los profesores. Un ejemplo concreto es el club de lectura inclusivo de la biblioteca pública digital, con un formato “en la nube” que fue difundido entre los usuarios por su misma plataforma.

Para cada sesión, como conductores debemos buscar los temas posibles a tratar en la obra seleccionada, desmenuzar el texto, analizando su contexto, los personajes, la trama, etc. lo que nos dará material para dinamizar la conversación, es decir, hacer preguntas y proponer ideas para que los participantes conversen. Esta dinamización debe ser lúdica y enriquecerse con otros recursos intertextuales, como bandas sonoras, películas, booktrailers, artículos, fotografías u otras obras que converjan en algunos puntos con la seleccionada.

Para sazonar aún más las sesiones, podemos invitar a alguna de las sesiones al autor, o escribirle un mail con nuestros descubrimientos como grupo. Así también el aspecto lúdico no puede faltar; una pregunta como crear la playlist que escucha un determinado personaje, puede ocasionar tanto risas como el análisis profundo de la personalidad de ellos, además de permitir al conductor conocer un poco más de los participantes. Para finalizar, no podemos olvidar la evaluación, que debe medir la participación ( tanto la cantidad de las intervenciones, la progresiva disminución de la intervención del conductor y la profundidad de los comentarios. Esto nos permitirá ciclo a ciclo ir mejorando.

Como referencias podemos considerar un club exitoso, cuando:

  • Participan activamente al menos un tercio de los inscritos
  • En su mayoría las personas leen con interés, o lo intentan
  • Las personas asisten aunque no hayan completado la lectura
  • El/La conductor/a ha visto reducida su participación, ya que la conversación empieza de manera espontánea
  • Se crea un ambiente de intimidad que permite practicar la escucha atenta y expresión de opiniones personales.

Como se puede ver, la creación de un club de lectura no es tan difícil como los beneficios que genera. Esperamos que estos consejos te sirvan de ayuda, para la conformación de tu propio club.

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