El blog Notas de Arte, de Javiera Barrientos, publicó un artículo sobre cómo cuidar los libros de nuestras bibliotecas caseras. Revísalos aquí.

El blog Notas de Arte, de Javiera Barrientos, publicó un artículo sobre cómo cuidar los libros de nuestras bibliotecas caseras. Estos son los 10 consejos, que cuentan con la ayuda de los especialistas del libro María José Illanes, encuadernadora, restauradora de libros y artista; y Eduardo Tarrico, encuadernador artístico de libros raros y valiosos.

1. Comodidad. Ubicar el libro de forma cómoda dentro de la estantería. Es decir, que no esté ni muy apretado ni muy suelto. A diferencia de lo que nos dicta la costumbre, los libros conviene agruparlos por tamaño y no por orden alfabético, género literario, tema o autor. Los volúmenes muy pesados debiesen ir horizontales y no verticales.

2. Ubicación. Situar las bibliotecas en lugares ventilados, libres de humedad, con la menor incidencia de polvo posible y sin luz solar directa. El sol daña y desgasta cualquier material (cuero, tela, papel) sobre el que caiga directamente por un periodo prolongado de tiempo, y un libro en tapa rústica será su primera víctima fatal.

3. Limpieza. Mantener los libros limpios. Al menos una vez cada dos meses se debiesen mover, sacudir, limpiar y revisar para asegurarse de que todo siga en orden. Eduardo es enfático en señalar que si se detecta a tiempo la acción de un agente externo (bichos, por ejemplo) se puede salvar una biblioteca.

4. Selección. Al agregar un libro nuevo a nuestra colección es imprescindible que nos fijemos si está en buen estado (libre de hongos y bichos, por ejemplo). Un libro contaminado puede contaminar una biblioteca entera.

5. Agentes nocivos. Como indica Eduardo, tanto los hongos como los bichos pueden ser eliminados de forma casera si se nos llegasen a aparecer. Para los primeros, será necesario dar al libro afectado un baño de sol y limpiarlo al aire libre hasta sacar bien las esporas. Para los segundos, se debe meter el libro a una bolsa ziploc e introducirlo al freezer (¡debe ser no frost!) durante la noche. Luego se deja un día descongelando (como el frezeer es no frost no acumulará agua) y se repite el tratamiento para matar huevos en caso de que los hubiere.

6. Estabilidad. Por la maleabilidad del papel (se contrae y dilata con gran facilidad) los cambios de temperatura es lo que más afecta la estructura del libro. Es importante mantenerlos en un ambiente estable en términos de humedad y calor.

7. Entorno. Muchos usamos nuestras bibliotecas como estanterías de adornos y memorabilia. Sin embargo, es importante que los objetos que rodeen a los libros sean amigables con su preservación. Plantas, por ejemplo ¡prohibidas! Encendedores, chisperos, velas o cualquier objeto que pueda generar un incendio, mejor mantenerlo alejado.

8. Marcadores. Para marcar la página en la que detienes tu lectura evita doblar el borde de la hoja, en lo posible utiliza un marcador de papel u otro material y recuerda retirarlo del libro una vez que lo termines. En general solemos dejar papeles dentro de nuestros libros, lamentablemente el 99,9% del tiempo estos (boletas, recortes de revistas, pedazos de cartulina, cartas, fotos, recuerdos, etc.) contienen más ácido que las páginas que los resguardan, dejando marcas y desgastándolas. A pesar de lo bello que puede llegar a ser, no hay que prensar flores o plantas entre las hojas de un libro. ¡Les hace un daño irreparable!

9. Subrayado. En este punto soy plenamente consciente de mi hipocresía, porque amo subrayar mis libros en las partes que me parecen conmovedoras, interesantes, ingeniosas o simplemente bellas. Me encanta, además, comprar libros usados y encontrarme con marcas de su dueño anterior, ya sea un nombre, una fecha o una nota al margen. Sin embargo, hay que evitar a toda costa subrayar o anotar en libros prestados y, sobre todo, en libros de bibliotecas públicas o universitarias.

10. Adhesivos. ¡No al scotch! La cinta adhesiva corriente es un objeto repudiado por conservadores y restauradores de papeles y libros ya que no solo es compleja de retirar, sino que además (al no ser libre de ácido) degrada el papel donde se pega. Para reparar libros rotos es recomendable utilizar otro tipo de adhesivo (pegamentos naturales, engrudos, PVA, etc.) preferentemente reversibles. Como dice María José, más vale guardarlos en una caja para parar el deterioro y manipularlos lo menos posible hasta que un encuadernador pueda restaurarlos.