¿Cómo influye el fenómeno Netflix en la lectura? ¿Qué tiene que ver esta plataforma de streaming con los libros? Mucho, pues estamos hablando de una forma de consumir historias, que pueden presentarse tanto en formato audiovisual como en libros. Veamos algunas características que comparten el consumo de series con el consumo de libros.

Por Carla Davico

Hace veinte años, la palabra maratón se usaba para referirse a las carreras de larga distancia. Hoy se nos aparece en todos lados, pero con una variación en su significado, ya que no conlleva ningún esfuerzo deportivo; sin embargo, mantiene algo de su origen: el largo tiempo y dedicación haciendo lo mismo, sin parar, hasta llegar al final. La maratón pasó de estar asociada al deporte a estar asociada a las series. ¿Podemos asociarla a los libros? ¿Cómo influye el fenómeno Netflix en la lectura? Series y libros: ¿un match?

Hagamos un poco de historia reciente. Muchos recordarán la existencia de Cuevana, una página web que hace unos diez años lideraba la enorme cantidad de páginas webs similares que buscaban lo mismo: ofrecer películas y series en línea. Ya no había que esperar las tardes de Warner para ver Friends. Estaban ahí, para verlos y reverlos cada vez que se nos antojaba. Estaban ahí para que los más jóvenes también pudieran acceder a ellos por primera vez, como una máquina del tiempo. Fue bonito mientras duró. La violación a la propiedad intelectual y el spam malicioso dificultaron cada vez más su uso. No obstante, las audiencias ya habían cambiado su forma de consumo y estaban listas para recibir con los brazos abiertos a Netflix.

Esta plataforma abrió un espectro legal que hizo que todas las otras opciones de no pago perdieran sentido, pues, con un costo muy accesible, podíamos quitarnos de encima los comerciales y virus en nuestros computadores. Incluso pudimos sacarnos de encima los computadores. Hoy podemos gozar de Netflix y todos sus hermanos: Amazon, Disney+, HBO y quizás cuántos más se están cocinando hoy mismo sin que nos enteremos aún. ¿Qué tiene que ver esto con los libros? Mucho, pues estamos hablando de una forma de consumir historias, que pueden presentarse tanto en formato audiovisual como en libros. Veamos algunas características que comparten el consumo de series con el consumo de libros:

Estructura de folletín

Durante el siglo XIX los periódicos, debido al protagonismo que ocupaban en la sociedad y al alto costo que tenían los libros, solían incorporar un apartado de escritos literarios para el consumo de la gente común y corriente. Estos escritos dieron origen a la llamada novela de folletín. Era básicamente la publicación de un capítulo de la novela. Para leer el próximo, había que comprar el diario al día siguiente. En muchos casos había cierta planificación y, en otros, la historia se iba modificando según la recepción de los lectores. Los personajes que tenían más éxito eran reutilizados en otras historias, uniendo los distintos universos y generando, así, largas sagas. También se usaba mucho el suspenso al final de cada capítulo, para enganchar al lector.

Grandes novelas francesas del siglo XIX fueron publicadas por entregas: Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, Los miserables, de Victor Hugo y Madame Bovary, de Flaubert.

La estructura de folletín se asimila bastante a lo que ocurre hoy con la producción de las series. Un spoiler de lo que terminó pasando con la novela de folletín: fue absorbida por la novela propiamente tal. Vale decir, la maratón de todos los capítulos juntos.

Multiverso

Anteriormente mencionamos el acople de distintos universos a través de un personaje y cómo esto da origen a las famosas sagas. Las secuelas y precuelas son una extensión de la historia madre, y se usa comúnmente en los libros, series y películas, es decir, en los formatos narrativos. Tomemos el ejemplo de El señor de los Anillos, que fue la secuela de El hobbit, y que ambas novelas, a su vez, constituyen solo una parte de la amplia mitología que elaboró su escritor J. R. R. Tolkien. Además de lo temporal, las historias también pueden expandirse a otros espacios e incluso a otras dimensiones, como, por ejemplo, lo ha dejado planteado el gigante Marvel en sus últimas entregas cinematográficas, donde se menciona explícitamente el multiverso o conjunto de universos paralelos. 

Son incontables los personajes que unen distintos espacios, situaciones e historias a partir de su propia figura. A medida que vamos leyendo –o viendo–, vamos hilando la composición de su universo. ¿Quién no imaginó a Snoopy entrando en una viñeta de Mafalda? ¿O a Batman luchando con Superman? Dave Eggers, en su novela Los monstruos, buscó adentrarse en la vida de Max, el personaje del libro álbum Donde viven los monstruos. Son estas ideas las que expanden las historias a nuevos niveles y las hacen infinitas, traspasando universos y uniendo formatos.

Los monstruos, libro basado libremente en el cuento clásico infantil de Maurice Sendak, Donde viven los monstruos.

Lectores activos

Si antes éramos espectadores pasivos de los canales de televisión, hoy somos mucho más activos: elegimos lo que queremos, vamos directo a ello, saltando comerciales y programación fuera de nuestro interés. Exigimos el libro, la serie, la película y todo el merchandising posible.

Las redes sociales, por su parte, han abierto un espectro de participación que interviene incluso en la propia producción, tanto de las series como de los libros. Si a los espectadores no les gustó el final de una historia, existe la posibilidad de reescribirlo y compartirlo. Es el fanfiction. E. L. James fue criticada por presuntamente basar su libro Cincuenta sombras de Grey en un fanfiction de Crepúsculo. Las fronteras son permeables.

El teórico de las comunicaciones Marshall McLuhan ya lo dijo: “El medio es el mensaje”. Netflix no fue solamente una plataforma con series y películas, sino una nueva configuración de consumo de historias. Y los libros, lejos de quedar de lado, se están acoplando cómodamente.

La Tierra-616 es la continuidad principal del multiverso Marvel y donde tienen lugar la mayor parte de sus cómics.