Una de las múltiples funciones que debe cumplir una biblioteca escolar es abrir sus puertas a la comunidad educativa, no solo estudiantes y docentes, sino que ampliar este acceso a apoderados, vecinos y entidades cercanas, ya sean centros de madres, juntas de vecinos y/u otros establecimientos educacionales que conforman la red de trabajo colaborativo de la escuela.

Por Carolina Marín

Por apertura a la comunidad se entiende todas aquellas actividades que se gestionan desde la biblioteca escolar para acercar la lectura y el espacio como una herramienta cultural y de socialización entre todas las personas que de algún modo conforman la colectividad del establecimiento. Esto también lo manifiesta la UNESCO dentro de los estándares de la biblioteca escolar, en cuanto señala: La biblioteca escolar debe hacerse cargo de una amplia gama de actividades y debe desempeñar una función clave en la realización de la misión y visión de la escuela. Debe tener como objetivo el prestar servicio a todos los potenciales usuarios dentro de la comunidad escolar y satisfacer las necesidades específicas de los distintos grupos.

La apertura a la comunidad es importante porque posiciona a la biblioteca como ente democratizador de cultura en los contextos en los que se inserta la escuela, además es un aporte constante y recíproco entre todos quienes componen la comunidad. En este sentido, la biblioteca no solo brinda servicios (prestamos bibliográficos, actividades, facilidades de espacio, entre otros), a la vez, también recoge los aportes de distintos agentes, tales como conocimientos, material bibliográfico y cultural, generando vínculo entre distintas entidades para la realización de actividades de extensión.

La pregunta que se genera en torno a esta temática es ¿cómo crear este vínculo con la comunidad adyacente a la escuela? Lo primero es definir horarios de atención, el que debe ser distinto al de trabajo con los estudiantes y que se ajusta a los protocolos propios de cada establecimiento, generalmente en la tarde y en días asignados para tal efecto. Luego, es conocer quienes conforman nuestra comunidad y de qué forma pueden aportar al trabajo en conjunto. Esta etapa la definiremos como creación de redes, en este proceso se revisará de qué modo la vinculación o alianza con otras personas o instituciones puede aportar a lo que se necesita por parte de la biblioteca y de qué modo la biblioteca gratifica a estos actores, sean artesanos, gestores culturales, fundaciones, jardines infantiles, etc.

Una vez que se reconocen las posibles alianzas y de qué forma se trabajará en conjunto, se deben establecer los recursos y mecanismos de trabajo (horarios, responsables, funciones, público objetivo, etc.) para organizar las acciones que ofreceremos en la programación mensual de actividades culturales, la que contiene todos los datos necesarios para convocar al público objetivo. En esta etapa las RRSS y vías de comunicación existentes desde la escuela son fundamentales, ya que no solo permitirán llegar a todos con la información, a la vez darán cuenta del trabajo cultural que se realiza desde la biblioteca.

Finalmente, el equipo de biblioteca conformado principalmente por la Encargada/o y coordinador/a de biblioteca, será quien establezca las alianzas necesarias para elaborar una buena programación cultural para los distintos usuarios, definiendo los públicos objetivos para cada una y dando a conocer a toda la comunidad a través de los medios de comunicación existentes la propuesta cultural para cada mes. Un trabajo que todos agradecerán, ya que con estas acciones se consigue identidad y la biblioteca deja de ser una isla en su organización para abrirse en red y eficientemente a la comunidad educativa.