Una de las principales funciones que debe cumplir la biblioteca escolar es el fomento lector. Entre las estrategias existentes, la más completa para lograr este objetivo es la animación lectora, es decir, la lectura en voz alta por parte del mediador o mediadora orientada a niños y niñas de distintas edades en la etapa escolar.

Por Carolina Marín

Una de las principales funciones que debe cumplir la biblioteca escolar es el fomento lector y entre las estrategias existentes, la más completa para lograr este objetivo es la animación lectora, que consiste en la lectura en voz alta por parte del mediador orientándose a niños y niñas de distintas edades en la etapa escolar, ya que es placentera tanto para los más pequeños pertenecientes a prebásica, como para los jóvenes de educación media.

La lectura en voz alta consiste en dar vida a un relato, otorgando un momento placentero entre el libro, quien escucha (público objetivo) y el mediador (quien realiza la lectura). Una de sus características es que esta es una instancia de lectura preparada y planificada como un momento de goce, sociabilización y disfrute en torno a un libro. Este último es el protagonista por excelencia y el mediador pasa un segundo plano, volviéndose así innecesario el uso de disfraces o elementos “motivadores”: el libro por sí mismo cobra tanta fuerza que es más que suficiente para encantar y trasladar a todos los involucrados a este “otro mundo” de la imaginación y fantasía.

Animación lectora en la Escuela San Luis, Coquimbo.

La lectura en voz alta considera ciertos pasos importantes en su planificación, estos son:

  • Conocer la colección bibliográfica con la que se cuenta en la biblioteca.
  • Seleccionar un buen libro: debe ser del gusto del animador y además se debe leer más de una vez, para así conocer y preparar los momentos que cada libro nos indicará como importantes.
  • Planificar cada momento de la lectura en sus distintos momentos: inicio, desarrollo y final. Cada uno de estos instantes es fundamental para dar espacio y contexto a la lectura, para que los participantes puedan interpelar el libro, conocer su autor, disfrutar de la lectura y finalmente sociabilizar la experiencia, tanto en lo que provoca afectivamente el texto como en el momento en sí mismo.

A continuación, se abordarán algunas recomendaciones para ejecutar la lectura en voz alta en cada una de sus etapas:

Antes de la lectura: Leer el texto cuantas veces sea necesario para lograr captar el ritmo del libro, el tono y el enfoque que se dará a la temática. Reconocer en las ilustraciones diálogos con el texto, enfatizar aquellas que aportan a la lectura, practicar la forma en cómo se mostrarán para que todos aprecien los detalles y poder sacarle así el mayor provecho posible. En esta etapa es preciso planificar la conversación que se genera posterior a la lectura, pensar y formular las preguntas que abordarán y guiarán la conversación entre todos o bien finalizar con una actividad significativa que releve la lectura.

Durante la lectura: Poner el énfasis en la lectura y el libro. Como señalamos anteriormente, el mediador desaparece de escena, para ello es esencial cuidar el tono de voz, el volumen y ritmo, los que varían según el libro seleccionado, así como también los momentos en que se deben hacer inflexiones de voz (diálogos, pensamientos, secretos, etc). En esta etapa se deben mostrar las ilustraciones del libro, sobre todo si es un libro álbum, enfatizar los detalles de las ilustraciones en caso de ser necesario (que otorguen significado a la lectura).

Después de la lectura: Llevar a efecto la conversación literaria, abordando el texto desde varias esferas (por ejemplo, si se trabaja con el enfoque Dime, de Aidan Chambers). Por otro lado, hay libros que invitan a realizar una actividad significativa en torno a la lectura y es en esta instancia donde podemos desarrollarla, considerando los tiempos y recursos necesarios.

Animación lectora en la Escuela Ricardo Silva, Arica.

En síntesis, la lectura en voz alta es una estrategia significativa para fomentar la lectura, otorgando al libro el protagonismo de la actividad, convirtiendo este momento en un espacio de conversación, encuentro y sobre todo de entretención y afectividad.