El diseñador gráfico nos cuenta, entre otras cosas, cuáles son sus referentes al momento de realizar sus trabajos gráficos.

Marcelo Escobar es un activo ilustrador. El año 2010 publicó “Mito del Reyno de Chile” (Lom) —con el que recibió el Premio Amster-Coré al diseño gráfico y la ilustración— y el año pasado participó en la exposición 100% Pepo, que homenajeó al creador de Condorito. El último trabajo de Marcelo ha sido ilustrar una nueva edición de “Subterra”, el libro de Baldomero Lillo, publicado en 1904, que retrata la dura vida de los trabajadores en las minas de carbón de Lota. En esta entrevista, Marcelo nos cuenta, entre otras cosas, cuáles son sus referentes al momento de ilustrar. En el caso de “Subterra”, nos dice, la Lira popular fue clave para crear la atmósfera trágica que deseaba.

Antes de comenzar a ilustrar, hay un proceso de lectura. Cuéntanos qué te produjo Subterra.

Subterra es un libro que, como aficionado a la literatura chilena, me parece sencillamente imprescindible. Este pequeño grupo de seis cuentos inaugura, en 1904, lo que se ha denominado “realismo social” o “literatura de denuncia”, como la define su autor, Baldomero Lillo (1867- 1923). El escritor fue testigo privilegiado de la dura vida y las injusticias cometidas contra los trabajadores en las minas de Lota; dependiente de una pulpería, dedica esos años a recopilar y observar la miseria y el dolor que lo rodea, para luego denunciarlo con fuerza en estos extraordinarios relatos.

En Valparaíso el poeta Carlos Pezoa Véliz (1879-1908) hace otro tanto. Bajo el seudónimo de Juan Mauro Bío Bío, publica incendiarios poemas de denuncia en la mítica Lira popular, acompañados de grabados que son un legado gráfico muy apreciado en estos días. Ninguno de los dos escritores —despreciados por la literatura oficial—  adivinará la gloria que obtendrían con los años. Alma Chilena, de Pezoa Véliz,  y Subterra, de Lillo, parecen crecer con los años.

En tus ilustraciones de Subterra vemos rostros negros, tristes y agotados. ¿Cuáles fueron tus referentes?

Al abordar la tarea de ilustrar Subterra, tomé en cuenta la época en que estos textos fueron escritos (principios del siglo XX). Me pareció natural, entonces, tomar la estética de la Lira popular; que son grabados realizados por los mismos anónimos poetas populares de manera ingenua pero enérgica. Se sabe que esos grabados eran tallados en madera y la proporción entre las zonas negras y el papel le otorgaban una carga dramática, ideal para relatar las huelgas, fusilamientos, crímenes y catástrofes que eran el tema principal de esos pliegos.

Ese fue mi primer pensamiento, decidí desarrollarlo y usar el negro —que rememora el mundo del carbón y da esa sensación de melancolía y dolor— combinado con ligeros toques de colores ocres y blanco; una paleta que privilegia el ahorro cromático y se presta para la atmósfera trágica que pretendí dar a los dibujos.

Además de la Lira popular, ¿cuáles son otros de tus referentes al momento de ilustrar?

Mis referentes principales provienen de la ilustración chilena, comenzando por los grabadores populares, y los maestros como Santos Chávez, Carlos Hermosilla y Pedro Lobos. También admiro a los dibujantes Hervi, Palomo, los hermanos Vivanco, etc. Se trata de célebres autores de una época de oro en el dibujo social, agrupados en la no menos célebre revista La Chiva.

Entre los grandes maestros siempre tendré presentes a Pepo, Lukas, Vicar, Krahn.

Mis libros de cabecera son Apuntes porteños Y Bestiario del Reyno de Chile, de Lukas.  Y cualquiera de Quino.

Anteriormente, trabajaste como ilustrador en el libro Mito del reino de Chile (Lom) ¿Nos puedes contar un poco sobre este libro? 

En el libro Mito del Reyno de Chile, pude dar rienda a mis intereses, como escritor, ilustrador y diseñador; acompañado de la periodista Marcela Paz Araneda y el ilustrador Marcelo Baeza.

Este libro contiene 22 historias —cada una acompañada de una ilustración—que abarcan desde el descubrimiento de Chile hasta 1910. Se narran historias extrañas, protagonizadas por personas comunes enfrentadas a sucesos extraordinarios y que, de muchas maneras, definen el carácter de lo que somos los chilenos. La mayoría de los relatos mantiene una base real; en otros, el rastro se pierde en la leyenda. Tomando esos ingredientes reescribimos estas historias para hacerlas mas cercanas, a la antigua manera de los folletines de entregas semanales.

En la actualidad trabajamos en el segundo tomo, que abarca desde 1910 al presente. En ese periodo, la vida intranquila de Baldomero Lillo podría contarse. Me interesa particularmente su trabajo en las minas de Lota, a cargo de la pulpería (que ya pudimos ver en el cine con la película basada en Subterra). Otro aspecto interesante son los últimos años de vida de Lillo, aislado en el pueblito de San Bernardo, dedicado a escribir una historia que jamás llego a ver la luz: la historia de la matanza en la escuelita Santa María de Iquique.